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Entre las medallas a la virgen y las cloacas

Jorge Fernández Díaz es conocido por su afición a conceder medallas de la policía a la Virgen, pero es también el ex ministro del Interior del PP bajo cuya guardia una mal llamada "policía patriótica" intentó hace un par de años dar un golpe a la democracia.

Esa policía dedicada, según hemos sabido, a perseguir a enemigos políticos elaboró falsos informes sobre una supuesta financiación ilegal de Podemos, el partido de izquierdas que era en aquel momento la pieza a abatir ante el peligro de que pudiera llegar al Gobierno en compañía de los socialistas de Pedro Sánchez.

Sólo ahora empezamos a saber algunas cosas de lo ocurrido: tres agentes de la Policía Nacional viajaron a Nueva York y en el consulado español en esa ciudad ofrecieron sacar de Venezuela y traer a España a la familia de un ex ministro de Hugo Chávez a cambio de que avalara un documento sobre un supuesto pago millonario a una fundación germinal de Podemos.

De confirmarse la veracidad del audio publicado ahora por el Confidencial en el que dos de los policías que participaron en aquella operación aseguran actuar obedeciendo un mandato expreso no sólo de Fernández Díaz, sino también de su superior jerárquico, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la gravedad de lo ocurrido es más que evidente.

No sólo porque de esa forma se intentó y se logró desprestigiar a un partido político plenamente constitucional mediante la aportación de pruebas falsas, sino por el desprestigio exterior que ello representa para un país que trata de demostrar ahora con el proceso al independentismo catalán que es una democracia consolidada y transparente.

En esa operación de difamación de un partido de izquierdas al que se trataba por todos los medios que impedir que llegara al poder pese a haber obtenido 69 diputados, atribuyéndole oscura financiación no sólo por Venezuela, sino también por Irán, tuvieron un papel importante ciertos medios conservadores.

Y no sólo el digital dirigido por un tertuliano sin complejos conocido por su desparpajo a la hora de atacar con pruebas falsas al líder de Podemos, sino también otros medios, sobre todo madrileños, demasiado acostumbrados a tirar la piedra y esconder la mano cuando se trata de difamar a la izquierda.

El daño está hecho, y en un país en el que se lee por desgracia cada vez menos y donde el último tuit o vídeo propagandístico cuentan más que un programa político, costará mucho al partido así denigrado recuperar su buena fama. Ya se seguirá encargando la derecha mediática de que así sea.

Pero mientras tanto, los tribunales no pueden cruzarse de brazos ante tamaño ataque al sistema democrático, sino que deben esclarecer la verdad de lo sucedido llamando a testificar a quienes manejaron los hilos de aquella operación, por muy altos puestos que ocuparan en el anterior Gobierno del PP.

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