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Suenan los tambores del rearme

Cuando se cumplen 70 años de la fundación de la OTAN suenan otra vez los tambores del rearme en Europa con el doble pretexto de la agresividad de la Rusia de Vladimir Putin y la amenaza militar de la nueva China.

No sólo los Estados Unidos de Donald Trump, sino también sus pugnaces aliados británicos exigen a sus socios europeos cumplir el incremento hasta el 2 por ciento del respectivo PIB al que se comprometieron en su día.

El Reino Unido puede querer dar la espalda cuanto antes a la Unión Europea con su Brexit, pero, en materia de defensa, exige a los socios continentales y en especial a Alemania que cumplan lo pactado por los gobiernos.

En su última reunión en Bruselas, el ministro británico del ramo, Gavin Williamson, llegó a afirmar que el 2 por ciento del PIB dedicado a defensa era lo mínimo exigible y se mostró indignado por el hecho de que más de un país aliado como Alemania se haga el remolón.

El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, dice entender que a muchos gobiernos europeos les cueste más dedicar más dinero a defensa que a carreteras, escuelas u hospitales.

Pero al mismo tiempo ve amenazas en todas partes que justifican ese incremento del gasto: "una Rusia más fuerte, terroristas en nuestras fronteras, ciberataques". Y, por supuesto, China, que, según dice, no es sólo "una potencia económica creciente, sino también militar".

Con la notable excepción de los Estados Unidos, ningún otro país del mundo gasta más en armamento que China, explica Stoltenberg (1), según el cual no se trata de ampliar la OTAN "hacia el mar de China", sino que ese país se acerca a nosotros con sus maniobras en el Mediterráneo o en el Báltico.

Es difícil saber si lo que preocupa más a EEUU no es tanto el creciente poder militar chino cuanto su poder económico, como indican las presiones que ejerce Washington sobre sus socios para que no colaboren con Huawei y otras grandes empresas del país asiático en la tecnología móvil de la quinta generación.

Lo mismo ocurre con Rusia: EEUU no duda en presionar a Alemania para que desista de la construcción con Rusia del nuevo gasoducto Nord Stream 2 en el Báltico con el pretexto de una supuesta amenaza a la seguridad energética cuando es evidente que pretende sobre todo venderles a los europeos sus propio gas licuado.

El conocido sociólogo alemán Wolfgang Streeck, critica que los europeos hayan asumido la transferencia por Estados Unidos de la idea de la URSS como potencia enemiga a la Rusia actual, como si estuviéramos todavía en plena Guerra Fría.

Según Streeck, Alemania dedicó en 2017 a defensa 36.600 millones de euros, lo que equivale al 1,1 por ciento de su PIB y al 11.1 por ciento del presupuesto federal. Y de haberlo subido al 2 por ciento, como quiere la OTAN, habría representado casi el doble, un 20 por ciento del presupuesto.

En ese mismo año, el gasto militar ruso, aunque equivalente al 3,1 por ciento de su PIB, fue en cifras absolutas de sólo 45.600 millones de dólares, no mucho más que el de Alemania si se tiene en cuenta sobre todo la diferencia de tamaño entre los dos países.

Además, explica Streeck en un artículo para Die Zeit, debido a la caída de sus ingresos por las ventas de gas y de petróleo, el gasto militar ruso va a disminuir en lugar de crecer y para el año próximo se calcula que será de sólo un 2,6 por ciento del PIB.

Pero hay que seguir agitando el espantajo ruso, a imitación de los halcones de Washington, en lugar de intentar una distensión. Y por si no eso no basta, está el peligro chino. Las industrias de defensa y sus poderosos lobbies han de seguir trabajando a pleno rendimiento.

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