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La "niña bonita" de los 15-M

Las movilizaciones contra el deterioro ambiental

"La niña bonita" se decía cuando salía el número quince en los sorteos, "el quiiince, la niña bonitaaa", cantaba el locutor de las antiguas loterías, de los bingos, y por supuestos quienes siguen retransmitiendo los sorteos de la Lotería Nacional€ Bien pues el 15 (y el 1 y el 5) parece el número bonito para figurar en calendarios de efemérides, no sólo españoles sino mundiales, es el número "viral" de nuestros días. Partimos del 15-M de aquel Madrid de 2011, pasamos al 15-M de este 2019. ¿Seguiremos con fechas emblemáticas, de distinto mes -mayo uno, marzo, el otrocoincidentes en letra y sobre todo espíritu? El 15 de mayo de 2011 se concentraron en la Puerta del Sol de Madrid unas docenas de personas, seguidoras del diplomático y escritor francés Stéphane Hessel cuyo librito "¡Indignados!" se había convertido en fenómeno viral. A la concentración se fueron uniendo más indignados contra la indiferencia y proponiendo la insurrección pacífica contra el inmovilismo político y la rebelión contra el bipartidismo casi contemplativo e ineficaz. El ánimo reivindicativo iba creciendo y unas cuarenta de aquellas personas decidieron acampar en la emblemática plaza madrileña. La acampada, cada vez más extensa, exigente y poblada, permaneció bastantes días y se expandió a otras sesenta poblaciones. Stéphane Hessel (Berlín, 1917; París, 2013), que participó como diplomático en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ya había intervenido en 2009 en convenciones como Europe Écologíe junto a "rebeldes" líderes como Daniel Cohn-Bendit, una de las cabezas dirigentes del Mayo 68 francés, o José Jové, sindicalista del sector agrícola y portavoz de la organización internacional Vía Campesina, que llegó a paralizar Francia. Con "la esperanza de ver surgir una izquierda impertinente" que alcanzase un buen nivel de apoyo, publicó otro librito titulado "¡Comprometeos!" en el que mostraba su preocupación por la degradación del medio ambiente y la notoria distancia entre la juventud y los políticos. Eran los años finales de la primera década de este siglo. La divulgación de sus dos panfletos caló en la precaria situación de los muchos millones de afectados por la crisis mundial desatada por la quiebra y los fraudes de entidades financieras que desencadenaron la gran depresión planetaria de la que dudosamente estamos saliendo diez años después. Si el Mayo 68 fue francés y luego amplió su ámbito a gran parte de Europa, el 15-M comenzó siendo madrileño pero pronto se extendió a toda España, por los países occidentales y por todo el mundo. La reivindicación social fue ensanchando su lucha contra la corrupción, el anquilosamiento político y cualquier sistema no democrático. Aunque ha habido algunos éxitos concretos el movimiento no parece muy boyante en estos momentos en bastantes partes del planeta con el auge de la ultraderecha y los populismos. En nuestro país ha roto el bipartidismo pero la solución no parece cercana. El otro 15-M, el de marzo, es de esperar que tenga mejor consecución porque si el de mayo busca soluciones políticas, éste añade soluciones físicas, prácticas, vitales. El deterioro del hábitat es tal, la precariedad ambiental crece a tal velocidad que la alarma alcanza a los principales organismos políticos y científicos internacionales. Y aunque se firman acuerdos a niveles mundiales, la carrera es lenta. Quizá la insólita y simple reivindicación de una adolescente ante el Parlamento Europeo, tras pasar por la cumbre de Davos, la cumbre climática de la Organización de Naciones Unidas en Katowice o el Parlamento sueco sea el aldabonazo que despierte las conciencias. Desde que Greta Thumberg se presentó el 20 de Agosto pasado con una cartel con tres palabras con letras mayúsculas (SKOLSTREJK FOR KLIMATET, huelga escolar por el clima), parece que las reflexiones públicas dan paso a la alarma ya que el movimiento se extiende por todo el globo. Otros 1 y 5 aparecen en las reivindicaciones: los 15 años de Greta Thumberg, los 15.000 científicos que reclaman medidas urgentes a gobiernos y organismos internacionales; las 1.500 manifestaciones que se celebraron en el mundo el pasado 15-M€ para que se cumpla lo firmado en los Acuerdos de París intentando paliar -sólo eso- el deterioro del medio ambiente mundial, cumbre celebrada en diciembre de 2015.

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