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Nuestras víctimas

Ya era bien mayor cuando empecé a oír hablar del Stanbrook y del campo de Los Almendros y del de Albatera... De El Poblet y de las posiciones Dakar y Yuste, aunque ella nunca las llamó así, oía hablar de niña a mi abuela -por lo bajo siempre- cuando, roja como era, presumía de que en Elda, a un pasito de nuestra casa, había vivido un tiempo la Pasionaria. Nadie nos enseñó en el colegio, por razones obvias ya que Franco aún seguía vivo, que desde Monóvar había salido el gobierno de Negrín al exilio, ni que miles de republicanos, arrastrando niños y maletas desvencijadas, esperaron en el puerto hace 80 años una ayuda que nadie les dio mientras eran cercados por los fascistas italianos.

Supe antes del bombardeo de Guernica que del bombardeo del Mercado Central de Alicante aunque no fue menos dramático, pero aquí no tuvimos a un Picasso que mostrara el horror de la sangre de los inocentes sobre el asfalto. He visto decenas de películas y he leído otros tantos libros sobre episodios de la Guerra Civil, pero en pocos se ha reflejado lo que se vivió aquí.

Y vaya película se han perdido; con los desesperados estertores de la República, la huida de lo que quedaba del gobierno, la terrible espera de los refugiados en el puerto, la salida del Stanbrook escorado por el peso de las alrededor de 3.000 personas a las que el capitán Dickson acogió y llevó hasta Orán no se sabe muy bien cómo. Es nuestra historia, nuestras víctimas, nuestros héroes. Olvidados durante tanto tiempo hasta por nosotros.

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