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Neoliberalismo e infancia

Lo estamos haciendo mal con los talent shows infantiles. Muy mal. Se nos está olvidando que la infancia es un periodo de preparación para la edad adulta. Una terrible regla no escrita prescribe que el jurado de los talent shows adultos ha de ser todo lo cruel que se pueda con los concursantes, mientras que el jurado de estos mismos programas en su versión junior ha de reventar de cursilería, empalagar con sus halagos, mimar y adular a los pequeños hasta la hiperglucemia. Los malcriamos. Luego llegan a "Maestros de la costura" o a "La voz" y son incapaces de asimilar su eliminación.

El último ejemplo lo tuvimos este sábado con "Prodigios", talent show infantil de música clásica estrenado por La 1. Ainhoa Arteta no podía contener las lágrimas. Boris Izaguirre se revolcaba por el suelo. Nacho Duato encontraba perfección en cada mínimo detalle. ¿Es ésta forma de educar a nuestro menores en la economía de mercado? Los talent shows son los programas neoliberales por excelencia. Competencia, bonitos eslóganes, poderosos y aspirantes a poderosos. Habrá algún marxista trasnochado que se oponga a que se aplique está dinámica a los chicos de doce años, pero nadie podrá discutir que, ya que se aplica, se aplique hasta las últimas consecuencias. Así que dejémonos de paternalismos y empecemos a demostrar a los niños dónde se han metido. Hay que insultarlos, destacar todo lo que han hecho mal de la forma más hiriente posible, hablarles con desprecio. Nunca hay que desaprovechar una ocasión para humillarlos ni una valoración para destacar sus errores y defectos. Sea "Masterchef junior" o "La Voz kids".

En el próximo "Prodigios" es necesario cambiar el tonito blandengue y empezar a entrenar a los niños para un mundo futuro en donde es muy probable que los jurados de los talent shows para adultos, en los que participarán dentro de unos años, vayan armados en legítima defensa.

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