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George Soros, Bill Gates y Leo Messi contra Cristiano Ronaldo

El filósofo esloveno Slavoj Zizek ilustra uno de los aspectos más interesantes del paisaje ideológico actual (la cosa es en sí misma el remedio contra la amenaza que constituye) con el caso de George Soros. Este magnate financiero y filántropo representa, dice Zizek, la explotación financiera y especulativa más despiadada combinada con una opuesta preocupación humanitaria por las consecuencias sociales catastróficas de una economía de mercado desbocada. Así, Soros dedica la mitad de su tiempo de trabajo a la especulación financiera, y la otra mitad a actividades humanitarias como proporcionar financiación para actividades culturales y escribir ensayos que combaten los efectos de su propia especulación. Algo parecido sucede con Bill Gates, un cruel hombre de negocios que destruye o fagocita a sus competidores, persigue un monopolio virtual y emplea todos los trucos del mundo de los negocios para conseguir sus objetivos y, a la vez, es el filántropo más grande de la historia de la humanidad. ¿Saben quién se parece muchísimo a George Soros y a Bill Gates, convirtiéndose así en el personaje más interesante del paisaje futbolístico actual? Messi, Leo Messi.

Messi, magnate financiero y filántropo del fútbol. Messi es un depredador total que destruye a sus rivales sin piedad y desde cualquier posición (en el partido contra el Betis de la pasada jornada de Liga, Messi desarmó definitivamente a espectadores y futbolistas béticos cuando apareció cerca del área del Barça para robar un balón) y, también, es un filántropo al que da gusto escuchar porque demuestra una sincera y honda preocupación por las consecuencias catastróficas que su fútbol desbocado provoca en todos los equipos que juegan contra el Barça. Messi se merendó al Betis, invitando a comer a su mesa (esa mesa en la que no está, ni se les espera, Antoine Griezmann) a Luis Suárez y, tras su hipnótico tercer gol, a la grada del Benito Villamarín. ¿Cómo demonios lo hace? Messi se come con patatas a sus rivales y estos salen del partido con la barriga llena porque han contemplado lo que es capaz de hacer un futbolista al que casi todos, menos él mismo, consideran el mejor de la historia. Leo Messi es cruel (fíjense en la cara de Pau López, el portero del Betis, después de recibir el tercer golazo de Messi, o en el lenguaje gestual de los tres defensas del Betis que fueron incapaces de llegar al balón cedido por Luis Suárez y que terminó con el segundo gol del argentino), destruye cualquier intento de frenarle y fagocita a sus competidores porque ha aprendido a lanzar faltas, asistir a compañeros, robar balones, construir jugadas y rematar a gol como el mejor lanzador, asistente, ladrón, constructor y rematador. No hay truco que Messi no haya utilizado para alcanzar sus objetivos pero, a la vez, Messi es el filántropo más grande de la historia del fútbol.

Hay grandes futbolistas que son como George Soros y Bill Gates, pero sin ese lado filantrópico. ¿Están pensando en Cristiano Ronaldo? Yo sí. Ronaldo vive de la explotación despiadada de sus enormes cualidades y es el máximo representante de la crueldad del futbolista hambriento de gloria, pero no podemos esperar de un magnate como Ronaldo que destroce con tres goles al Atlético de Madrid sin que después pase factura en forma de gestos, miradas y palabras que hieren como el fuego. A diferencia de Soros, Gates y Messi, Ronaldo no dedica la mitad de su tiempo de trabajo a liderar a su equipo sin dar tregua a los rivales y la otra mitad a esa filantropía que llena de aplausos las gradas de los estadios rivales, sino que se limita a ser un magnate futbolístico y un hombre de negocios del gol.

Por eso Messi, Soros y Bill Gates pasarán a la historia, mientras que Ronaldo se limitará a escribirla.

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