Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cataluña como pretexto

Escribí hace algún tiempo en una columna que si algo no les perdonaría uno a los independentistas catalanes era el daño que estaban haciendo no sólo a su país, sino también a la democracia en el resto de España.

Por desgracia está siendo así: la degradación del discurso político, sobre todo por parte de una derecha que se dice "sin complejos" y como tal ejerce, está alcanzando extremos que hasta hace poco parecían imposibles.

Nunca se había mentido aquí con tanto descaro; nunca se había insultado tanto al adversario político, convertido en objeto de odio, con el que no se puede no ya pactar, sino ni siquiera dialogar. Y siempre con Cataluña como pretexto.

No parece que a los independentistas catalanes les importe mucho lo que suceda, democráticamente hablando , en el resto de un país que ya no consideran suyo, y al fugado de Waterloo menos que a nadie.

Uno tendría, sin embargo, derecho a esperar del resto de nuestros representantes mayor respeto al otro, su reconocimiento como rival y no como enemigo, y sobre todo argumentos en lugar de injurias.

Pero nada de eso ocurre. Y así vemos cómo el líder del PP nombra para encabezar una de las listas al Congreso a una periodista que se dedica a despotricar con el mayor de los descaros contra todo lo que le huele a izquierda.

Una periodista de aristocrático apellido metida a política que aspira a representar a Barcelona pero se jacta en público de no hablar catalán, como si la lengua, y no el uso excluyente que hacen de ella algunos, tuviera la culpa del independentismo.

Y que, con explicaciones tan peregrinas como deliberadamente provocadores, relativiza el golpe de Estado del coronel Tejero al compararlo favorablemente con la intentona separatista catalana porque el primero no se hizo desde, sino contra las instituciones. O que insulta al presidente del Gobierno, acusándole de "tener un proyecto franquista" por su obsesión por sacar al dictador de su tumba en el Valle de los Caídos. Aquí parece que todo puede tergiversarse, que vale todo para atacar a quien no nos gusta.

En vista de tales despropósitos parece casi de broma que la Junta Electoral diese la razón al PP de Pablo Casado y apercibido a la vicepresidenta del Gobierno socialista por declarar desde instancias oficiales cosas como que "las derechas tienen bloqueada la ley de igualdad desde hace un año".

El independentismo catalán le está dando a la derecha españolista mucho juego. Le sirve para no hablar de todo lo demás: de la corrupción de muchos de sus dirigentes, de su privatización de los servicios públicos, del incremento de la desigualdad, de las puertas giratorias entre la política y la empresa.

Del mismo modo, por cierto, que el insufrible juego independentista le ha servido durante un tiempo a la derecha catalana para ocultar su propia corrupción. Ambas derechas se necesitan y retroalimentan, utilizando el patriotismo de uno u otro signo como bandera, como trapo con que tapar sus vergüenzas.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats