Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La andanada

Y el bombo se rompió con ponce

Con la presentación de los carteles de San Isidro en el horizonte del pasado viernes, la feria de Fallas daba sus últimos coletazos en lo que parecía un final de transición tras el huracán Roca Rey. Sin embargo, el sábado saltó al ruedo un extraordinario astado de Jandilla (entre cinco muy aburridos, todo sea dicho) que lució en la perfecta e insulsa muleta Castella. Al derroche de cualidades nobles de Horroroso le vino como contrapunto la lidia de los Fuente Ymbro del día del patrón, de entre los que sobresalió (entre un buen sexteto) el que atendía por Damasco, que lució embestida brava y encastada a la muleta generosa de Román, quien perdió un triunfo gordo también con el quinto por el mal uso del acero. Horroroso fue el toro con el que sueñan los coletudos; Damasco, con el que deberían soñar. El de Jandilla da la gloria a los toreros; el de Fuente Ymbro, a la tauromaquia. Y ambos, ramas del mismo tronco.

Y entre tanto, volvió a aparecer sin esperarlo Finito de Córdoba, que vino a sustituir a Emilio de Justo. Enésimo renacer del torero cordobés (llamado para cubrir también el hueco en la Magdalena que deja Ponce), otra vez a pinceladas, manierista y sin rematar nada. Ese «fino oloroso» de fácil metáfora que a muchos embriaga y nubla el seso, de tan fragante.

Y entre medias, el lunes ocurrió el descalabro al modo que predijo Edward Norton Lorenz para su teoría del caos: «¿puede el aleteo de una mariposa en Brasil provocar un tornado en Texas?». En analogía taurina, ¿puede provocar una cogida a Ponce en Valencia el descalabro del bombo de Simón en Madrid? A esta última pregunta, y a la vista de los carteles para San Isidro presentados el viernes en rimbombante gala, la respuesta es clara: sí. Porque en la mixtura valenciana del lunes (Diego Ventura no acabó de redondear a caballo, y Toñete demostró que no tenía ni el carisma ni la madurez para ese cartel), Ponce quiso volver a justificar su enorme dimensión, pero en una duda el astado le levantó los pies, provocándole una cornada en el glúteo y, en la caída, una múltiple rotura en la rodilla y una ventolera fría en la mente de Casas.

Y la teoría del caos se hizo presente. Ponce era, junto a Roca Rey, el principal argumento del bombo selectivo de San Isidro. Para que no pareciera del todo que Simón Casas quería plantarle un pulso a las figuras y abaratar la feria, vistió su estrategia de sorteo. Juli, Manzanares y Morante no entraron para defender su estatus, pero el resto, sí. Sobre todo, Roca Rey (la figura de hoy) y Ponce (la figura de siempre). Dos casas importantes, Lozano y Matilla, contra el propio Casas. En un intento no se sabe muy bien de qué, al día siguiente del percance (ironías del destino: provocado por un toro del propio Matilla) el empresario galo y Victoriano Valencia firmaban un acuerdo por el que el torero de Chiva seguiría presente en los carteles isidriles. Esa estúpida estrategia no tenía ni pies ni cabeza ante la rotunda gravedad de la lesión.

Los nervios no son buenos consejeros. Simón se angustió y acabó por desacreditar la teoría de ese bombo con el que pretendía revolucionar el sistema taurino, igualar oportunidades, abrir una nueva era. ¿Cómo? Pidiendo a Julián López que cubriera la baja de Enrique Ponce. Negociando fuera del bombo, claudicando a sus condiciones. Como quería desde el principio el Juli. Punto, juego, set y partido para el madrileño y los Lozano. El bombo a tomar viento. Poco menos que Casas acepta así que su isidrada, efectivamente, no puede ser la mejor sin los primeros del escalafón (al menos sin el Juli) sobre todo con un metraje pesado hasta de leer. Que el bombo final no le valía ni a él mismo, vamos. Y quedan dos damnificados: Roca Rey, que soporta el peso del abono y librará un duro envite con la corrida de Adolfo Martín como consecuencia del sorteo, y también (esta es una visión muy personal) Manzanares, que queda fuera de la primera feria del mundo, la única que le puede aumentar el caché a estas alturas.

Solo se extrae un lado positivo del pseudo-bombo isidril: se habló mucho de la feria, y eso siempre es bueno. Pero la sensación que queda es que Casas intentó cambiarlo todo para que, al final, todo quedara igual.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats