Cambio climático: se sabía, pero? Desde hace unas décadas algunos científicos, no muy conocidos, explicaron con datos que en breve tiempo la humanidad se enfrentaría a una catástrofe, la definitiva, si no se tomaran medidas muy radicales. En los sesenta la posibilidad de una guerra nuclear podía exterminar no sólo la vida humana en el planeta, y ya entonces se sabía que otra catástrofe se estaba, sigilosamente, desarrollando. Evitarla, al menos en alguna medida, significaba cambios muy profundos en la economía y en los hábitos de la población. Los que dirigen la economía, las grandes multinacionales, reaccionaron burlándose de estas previsiones, apoyadas por no pocos líderes políticos. Y en cuanto a los hábitos cotidianos de la población, la respuesta fue la indiferencia.

¿Interesa o no que la especie humana siga evolucionando? La fantasía de «mudarse» a Marte no sólo es disparatada y si en la Tierra las cosas no cambian después habrá que volver a emigrar a otro planeta. Si realmente preocupa sobre las expectativas y calidad de vida de las nuevas generaciones, habrá que implicarse de manera responsable, o de lo contrario, renunciar a tener descendencia. Este ocaso será muy dramático, muy triste. La humana no será la primera especie que se extinga y en eso los humanos tienen mucho que ver. Tradicionalmente se ha pensado que el planeta no tenía ningún derecho y ahora pasa factura. Hasta aquí ha llegado el saqueo indiscriminado, el límite está de aquí a unos pocos años; después no hay vuelta atrás. Habrá que volver a leer aquel texto de Freud sobre el instinto de muerte.

Hace unos meses, una joven sueca de 16 años de edad, Greta Thunberg, se plantó frente al Parlamento de su país con una pancarta por el cambio climático faltando a clase. Posiblemente no pensó en las consecuencias de su acción. El viernes pasado en más de cien países de todos los continentes miles y miles de jóvenes y de niñas y niños se manifestaron en defensa de su futuro, de sus vidas. En España en más de 40 ciudades de todo el país se produjeron manifestaciones, colocando esta crisis sobre la mesa, con energía, con responsabilidad.

En España se utilizan diariamente 70 millones de envases plásticos y se estima que en la próxima década el incremento de la producción de dichos plásticos se incremente en un 40 por ciento. Dramatizando, para intentar llamar la atención, se puede escribir que estamos en el «corredor de la muerte» y sin posibilidad de indulto. La Unión Europea ha prohibido que en el 2021 no se puedan fabricar plásticos de un sólo uso. Está bien pero no será suficiente. El cambio ya está acortando la vida de miles de personas, ya se está padeciendo sus consecuencias.

En todo caso, que no suceda lo que dice la letra de Cambalache.