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Ginsburg es un caso

En el 33, Ruth Bader Ginsburg nació en Brooklyn. La madre murió el día en que se graduó en el insti tras haberle recalcado: «Sé una señora y sé independiente». Entró en Harvard donde, en el 56, había en derecho 500 alumnos y 9 alumnas y conoció a Marty, que se convertiría en algo más que el hombre de su vida. Y de compararlo con la mayoría de nosotros, ¡bah!

Cuatro de allí coincidieron en un bufete neoyorkino, dijeron conocer «a alguien excepcional, a la que deberían contratar» y al escuchar el «la», se oyó: «Este bufete no contrata a mujeres». Con Franco y tantos otros cuadraba, pero estamos hablando de Nueva York. Se refugió en la uni, los asistentes la empujaron a crear un curso sobre género y la organización de derechos civiles la captó para seguir con las mujeres la senda abierta con la cuestión racial. No era de manis, pero un hacha en lo suyo. Y así llevó el caso de la teniente Fronteiro que se había tragado cómo los subsidios a la vivienda que sus compañeros percibían, ella no y, en un Supremo masculino, ganó. Un hacha bien astuta porque entonces cogió el caso de un joven viudo al que la Seguridad Social le negó ayudas solo destinadas a mujeres y volvió a ganar, por lo que puso a las claras que la discriminación de género no hay por dónde cogerla.

Nombrada jueza federal en Washington, él renunció a su carrerón de abogado fiscal para seguirla. En el 93, y puesto que su mujer era incapaz de autopromocionarse, Marty movió hilos para que Clinton no la excluyera y, a los 15 minutos de estar con ella, la nombró miembro del Supremo. Con su forma integradora de actuar, con esos votos particulares que le han cambiado el pie a la nación, hoy este icono en la defensa de la igualdad es popular a rabiar.

Y mientras tanto por aquí, como si la izquierda fuese sobrada, la candidata de Casado en Madrid señala que es «la que obliga a las mujeres a manifestarse» y Rivera enarbola un «feminismo liberal». De no ser por lo doctos que se muestran en la materia, el recorrido efectuado por Ginsburg podría resultarles hasta instructivo.

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