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Políticos que actúan como chimpancés

El primatólogo Frans de Waal rastrea la huella animal de nuestros líderes

El primatólogo holandés Frans de Waal, uno de los más conocidos divulgadores del comportamiento animal, está a punto de publicar nuevo libro: “El último abrazo de mamá: las emociones de los animales y lo que nos enseñan de nosotros mismos”. De Waal rechaza la visión de que la civilización ha servido al hombre para domar unos instintos que, de otra manera, nos llevarían al desastre. Ya saben: la teoría hobbesiana de que el hombre es un lobo para el hombre. Bien al contrario, sostiene que “la vida social es una parte muy importante de nuestros antecedentes de primate, al igual que la cooperación, la unión y la empatía”. En un adelanto del libro que acaba de publicar “The Guardian”, De Waal rastrea un aspecto concreto de esa influencia de esa animalidad y explora hasta qué punto los humanos nos comportamos como otros primates -gorilas o chimpancés- cuando tratamos de convertirnos en líderes políticos. Las indicaciones del etólogo holandés pueden resultar muy provechosas ahora que se cierne sobre España una larguísima borrasca electoral. En esta mirada que trata de desvelar el mono que hay en nuestros candidatos, diputados y presidentes, De Waal subraya el componente “intensamente emocional” de la política humana: “La racionalidad es a menudo difícil de encontrar, y los hechos importan menos de lo que pensamos. La política tiene que ver con los temores y las esperanzas, con el carácter de los líderes y los sentimientos que evocan”. Fíjense, por ejemplo, en la magistral no-campaña que está haciendo Vox, donde ni hay candidatos ni se les espera y a cada pregunta concreta responden con la gran emoción: “España”. Las emociones nos recorren. De Waal dice que hay poca diferencia entre la rabieta de un primate (incluidos los niños humanos) cuando no se le conceden sus deseos y “la reacción de los líderes políticos ante la pérdida de poder”. Cita, por ejemplo, la rabieta de Nixon cuando dimitió a consecuencia del escándalo “Watergate” y cómo Kissinger “consoló al líder destronado como si fuera un niño, sosteniéndolo literalmente en sus brazos y recitándole sus logros una y otra vez hasta que se calmó”. Kissinger decía que el poder es el “afrodisiaco definitivo” para los hombres y De Waal añade que lo mismo le ocurre a los chimpancés. El estudio de estos últimos simios también le permite a De Waal hacer algunas recomendaciones a los líderes políticos que quieran guiarse por la importancia que tiene en política nuestra biología de primates. “En mi experiencia, cuanto mejor sea el líder (cuanto mejor se porte con sus congéneres), más durará su reinado y menos probable será que sea destronado de manera brutal (...) Con un acosador como líder, el grupo parece estar esperando a alguien que lo rete y lo apoyará con entusiasmo si tiene una oportunidad”. El etólogo holandés traza más comparaciones entre líderes humanos y machos alfa simios (gestualidad, tendencia a inducir miedo en sus rivales, rasgos paranoicos en busca de insubordinación...). Quizá sería interesante conocer su opinión, a efectos de abrir una nueva vía para la ciencia, sobre el envío de cartas anónimas amenazantes en la selva del PP asturiano, donde pugnan dos hembras alfa.

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