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La papeleta

Pere Rostoll

El falso debate

El primer gran desencuentro de la campaña para las elecciones autonómicas del 28 de abril se ha producido como consecuencia de la propuesta de la candidata del PP a la Generalitat, Isabel Bonig, de mantener un «cara a cara» con Ximo Puig, actual jefe del Consell y aspirante socialista a la reelección. La estrategia de Bonig es clásica. Intentan en el PP que Puig «pique» para que se visualicen solo dos opciones de gobierno y, en el supuesto de que el jefe del Consell abra la puerta a otros actores en ese debate o simplemente se borre, acusarle de que rechaza abordar los grandes problemas de la Comunidad. Típico manual. El problema es que, en estos momentos, hay hasta media docena de formaciones -PSPV, Compromís y Podemos en la izquierda y PP, Ciudadanos con Vox en la derecha- cuyo respaldo es decisivo para el desenlace final de los comicios que decidirán el color del Consell. La política valenciana, como recordaba el número uno de Ciudadanos, Toni Cantó, ha cambiado tanto que, en estos momentos, es imposible limitar un debate a las dos viejas siglas del bipartidismo. Tiene razón. Todos son claves. Y, por eso, los valencianos para acudir a la urna con todos los datos sobre la mesa tienen derecho a escuchar lo que les tengan que decir, además de Puig y Oltra, Rubén Martínez Dalmau, de Podemos; Mónica Oltra, de Compromís; el desconocido que ponga la ultraderecha de Vox al frente de sus candidaturas; y, por supuesto, Toni Cantó. Sin duda. Ahora solo falta que para ese día el líder de Ciudadanos se prepare algo más interesante para la Comunidad Valenciana que hablar solo de Cataluña como monotema. Pero eso es harina de otro costal. Ocurre, sin embargo, que tanto Bonig como Puig juegan con las cartas marcadas en este falso debate. Ese es el problema. Han dado tantas vueltas durante aquellas elecciones en las que se imponía la ley del bipartidismo que ahora cualquier reacción se les vuelve en contra. Hace cuatro años, sin ir más lejos, el ahora presidente Ximo Puig y aspirante al sillón que ocupaba el popular Alberto Fabra pidió un debate «cara a cara» con el entonces jefe del Consell. Exactamente el mismo que ahora le niega a Bonig. Fabra se lo concedió sin problemas y se celebró en una televisión privada. En esa campaña de 2015, el PP ya le había echado el cierre a Canal 9 pero en las anteriores, con Francisco Camps de candidato, el alto mando popular, con mayoría en el consejo de administración de la televisión pública, se organizaban a varias bandas con todos los candidatos que tenían presencia en las Cortes. Incluso, en época de Eduardo Zaplana, en los debates en directo de la cadena autonómica, se incluía al Bloc, hoy la principal formación de Compromís pero en aquel momento extraparlamentario con el argumento, cierto por otra parte, de contar con un apoyo apreciable que le daba opciones de entrar en las Cortes. Todo eso ha cambiado. No hacen falta juegos malabares. En estas elecciones, todos cuentan. No solo dos. No alimentemos un falso debate.

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