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¿Cuarto poder?

Pacheta y la receta de la normalidad

Dos tercios del campeonato ha necesitado el entrenador del Elche para poner a su equipo en velocidad de crucero. Enganchado a su «fórmula mágica» de la normalidad, Pacheta se apunta a la media inglesa (gana en casa y empata fuera) y suma cuatro jornadas consecutivas sin perder tras competir con ambición y madurez frente a rivales directos (Extremadura y Lugo) y aspirantes al ascenso (Cádiz y Mallorca). Con la misma naturalidad con la que reorganiza el sistema de desayunos para reforzar la unión del grupo y ahorrar costes al club, el técnico ha gestionado con tacto el vestuario en un período de mucha convulsión deportiva e institucional y ya tiene la permanencia a tiro de piedra.

Bajo la premisa elemental de que hay que dejar a los futbolistas expresar sus virtudes y ocultar sus defectos, Pacheta se dejó de experimentos con el sistema y las rotaciones y apostó sobre seguro a partir de la polémica derrota en casa ante el Oviedo (1-2): esquema de 4-1-4-1 con Manuel Sánchez por delante de los centrales, Javi Flores para dar sentido y profundidad al juego, mucho vuelo por las bandas con Iván Sánchez y Josan y la sabiduría de Nino por detrás del punta para descargar y coser el juego de ataque. Se acabaron las probaturas y prevalece el concurso de méritos: juega el que mejor se entrena y el que más en forma está. La vieja ley de hierro de los vestuarios. Aunque también es un hecho que el salto de calidad del conjunto franjiverde tiene que ver con el aumento de la competencia interna en todos los puestos propiciado por la reincorporación de los lesionados y las mejoras en el mercado de invierno (particularmente con Edgar Badía, Dani Calvo y Yacine Qasmi).

Esta misma receta de la normalidad es la que tuvo que aplicar Pacheta el sábado ante un equipo que llegaba lanzado al Martínez Valero con cuatro triunfos seguidos y vitola de firme candidato al ascenso. Para corregir el exceso de ímpetu y la imprudencia de Juan Cruz, que dejó a su equipo con 10 más de una hora, el entrenador sacrificó a Carlos Castro y dio entrada a Neyder como lateral zurdo para reordenarse con un 4-4-1 y defender con entereza y sin apenas apuros el asedio de los andaluces, que no fue para tanto.

Necesitaba una pequeña cura de humildad el colombiano, que se aplicó a fondo con el resto del equipo en un encomiable ejercicio de resistencia, fe y compromiso, recompensado con tres puntos clave para la salvación y para que el Elche siga creciendo. Esta temporada, pero ya con miras a la próxima. Normal.

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