Una semana antes del 8M, es decir, el viernes anterior a la huelga feminista, aparecía el cadáver de una mujer a las afueras de Castellón. La mujer tenía un fuerte golpe en la cabeza y yacía sin vida entre los matorrales. Encontró el cuerpo un recolector de naranjas, ya que la zona de la ermita de Sant Jaume está rodeada de huertos frutales. Estos son los hechos. El relato de la prensa es diferente. Se publicó, casi inmediatamente, que había aparecido «el cuerpo de un hombre travestido». Algún medio tituló que habían encontrado a «un hombre vestido de mujer» porque, y esto es importante, para algunos periodistas las mujeres trans son hombres disfrazados de mujer. En el cuerpo de la noticia, que hacía referencia a su identidad masculina en varias ocasiones, asociaron el crimen con la zona donde apareció, lugar frecuentado por prostitutas, criminalizando a la víctima y difundiendo y promocionando un estereotipo que persigue de forma constante a las mujeres trans. Además, para estos comunicadores, las mujeres trans no son asesinadas, mueren, por lo que en todo momento se habló de homicidio. Este no es un lenguaje neutro, no es un relato pacífico, es una visión social que afecta a las personas LGTBI en nuestro día a día y que vemos cómo, ni en el peor de los momentos, se respeta nuestra dignidad. Ahora sabemos que la mujer era transgénero. Es decir, que su identidad mujer no se correspondía con el sexo asignado al nacer. Que fue asesinada en otro lugar, cinco días antes de aparecer, y que sus agresores -un hombre y una mujer- después de asfixiarla, trasladaron su cuerpo a ese punto. Quién sabe si para, precisamente, poner el foco del crimen en una ficción construida a medida de las circunstancias y de los prejuicios socialmente aceptados que parte de la prensa no tardó en difundir. Todo ha ocurrido días antes de las movilizaciones del 8M, de la huelga feminista, demostrando lo necesaria que es la unión en la lucha contra el machismo y la violencia que nos agrede y asesina. En un contexto de solidaridad entre mujeres que llenan las calles de mensajes de reivindicación, lucha y dignidad no podemos olvidar a las víctimas invisibles de la violencia machista, las mujeres trans, sometidas a toda clase de rechazo y discriminación. Y que este transfeminicidio, como otros, no puede silenciarse ni quedar impune. Ninguna mujer más asesinada. Sororidad.