Aquellos que piensan que los inmigrantes son un problema, no son de los míos. Porque la inmigración es la salud de los pueblos y de su economía. Y acoger al inmigrante es un imperativo ético de Europa. Solo arreglaremos el futuro de Europa si somos capaces de sumar las voluntades y las capacidades de nuevas generaciones de soñadores que quieran vivir a la europea.

No son de los míos, tampoco, aquellos que se levantan cada mañana con el ánimo de verter en las redes sociales una banda de improperios y mentiras que alimenten sus maltrechas neuronas. Esa halitosis de insultos y putrefactas mentiras solo alimenta a las hienas. Una democracia sana repudiará a todos aquellos lastimosos personajes que solo comen carroña.

Los independentistas tampoco son de los míos. Que alguien diga que la democracia está por encima de la ley solo demuestra cuán engañados los tienen en el rebaño de la metamorfosis. Una democracia sin respeto a la ley es una democracia muerta. No es verdad que los movimientos callejeros hayan de legislar, porque esa democracia ácrata y anarquista es la antesala del totalitarismo. Bien harán los que dicen semejantes tonterías volver al sentido común, y al respeto a la ley. Porque la violencia más atroz es la violencia ejercida contra la misma ley. Esa insumisión solo es el fruto del egoísmo personal o partidista. De pura secta.

Quien defienda a un pederasta es un malnacido. No son de los míos. Y me producen asco y repugnancia todos y cada uno de los religiosos que han abusado de niños y niñas en una línea de supremacía del adulto sobre un ser pequeño. No tienen mi perdón, porque yo no administro eso. Pero la ley ha de llegar hasta las últimas consecuencias. Culpables a juicio, e inocentes respetados y apoyados.

No son de los míos, bajo ningún concepto, todos esos países, gobernantes y ciudadanos que no dejan llegar a puerto a un barco cargado de personas naufragadas en nuestro mar. Esa injusta medida solo es el fruto de la aporofobia, el miedo, el odio al pobre. Y Europa deberá de dar un ejemplo mundial. Cada ser humano es una joya. Si verdaderamente usted se siente cristiano, rebélese contra los que no dejan llegar a puerto los barcos con los náufragos.

Los maltratadores de mujeres y sus asesinos no son de los míos, jamás. La mujer es intocable. El mero hecho de violentar física, verbalmente, a las mujeres me produce estupor. Debemos protegerlas y ayudarlas. Y claro que una mujer que miente sobre este tema tampoco es de los míos. Pero no estamos hablando de esto, cuando no paramos de enterrar a mujeres víctimas de una violencia atroz.

No son de los míos todos esos gobernantes mundiales que se van pavoneando de su fuerza militar y del acojono de millones de personas. Por eso creo que no debemos votar a cualquiera. La responsabilidad individual del voto nos obliga a desterrar a todos esos personajes mentirosos, machistas y ofensivos, que solo quieren mandar por mandar. Sensatez es necesaria.

La gente que dice que todas las ideas son respetables, no son de los míos. Porque todos aquellos que ofrecen comentarios sobre el Estado de Israel, en un comportamiento antisemita, no son de los míos. El auge del nacismo, encubierto con el encabronamiento de las clases más desfavorecidas, oculta un germen propio de la ideología nazi. Los últimos acontecimientos atacando a judíos en Europa solo merecen repudio y alerta. Estos, los nazis, no son de los míos, y más bien son mis enemigos.

Los políticos que vienen con respuestas fáciles a problemas difíciles tampoco son de los míos. Simplificar la compleja realidad social, económica y política solo es una manera de eliminar la necesaria crítica intelectual. Ningún político de extrema izquierda con su supuesta superioridad moral, o de extrema derecha, con su matraca supremacista y ególatra, hará que me sume a su carro.

Hay tantos que no son de los míos que me pregunto dónde están los míos. Pero la respuesta siempre es la misma: somos más los que no estamos en los extremos, y somos más los que creemos, de verdad, en la dignidad humana y en la ley. De verdad.