«Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada». Lo afirma el artículo 47 del título primero de la Constitución Española, pero todos sabemos que no se cumple. Llama la atención que quienes redactaron la carta magna emplearan, de entre todos los verbos posibles, el de «disfrutar», que el diccionario define como «gozar», que equivale a «sentir placer». Placer, lo que es placer, no tengo claro que sea lo que da una vivienda. Dolores de cabeza, muchos. Por supuesto que no tenerla, muchos más. El artículo en cuestión, consagrado e intocable como todo lo que hay en nuestra Constitución, también asegura que los poderes públicos deben implicarse para que los españoles tengan una vivienda adecuada y digna. Tampoco se cumple. Y cuando se intenta, el mercado no acompaña. Durante lo peor de la crisis económica no se vendía un piso y se desahuciaba por miles a quienes no podían cumplir con la hipoteca bancaria. En la Comunidad Valenciana, el Consell decidió comprar casas para ofertarlas en alquiler social. Una excelente medida, pero como la Generalitat ha tardado tanto en tramitar la burocracia, llega tarde. Ahora, el mercado se ha reverdecido, se venden más viviendas y no parece que haya tanto agobio como para vender a la administración autonómica. Solo 37 se han ofrecido al Consell en la provincia de Alicante, mientras que hay 4.000 personas esperando para poder «disfrutar» y «gozar» del «placer» de una vivienda social.
