1829, Torrevieja, como otros municipios de nuestra comarca, sufrió un demoledor terremoto que acabó con gran parte de su historia y de sus habitantes. Quizás, por ello, defendemos con más celo aquello que forma parte de nuestra historia, de nuestra tradición, aunque su antigüedad no sea comparable a la de un claustro románico.

Nuestra tradición va unida a la sal, a la mar, a las habaneras y a la pesca. Ciudad salinera que canta habaneras a la orilla del mar mediterráneo. Y en esa tradición se encuadra perfectamente la atalaya del tintero, donde antes se tintaban las redes y que el paso del tiempo transformó en un quiosco, donde el producto ha hecho las delicias de muchos torrevejenses y de los visitantes. Porque las sardinas a la ribera del mar siempre saben mejor, ¿Verdad que sí?

El 23 de mayo de 2016, en mi calidad de concejala de urbanismo, ejecutando la voluntad unánime del equipo de gobierno de promover la protección de los escasos bienes de patrimonio cultural municipal, que no contaban hasta la fecha con protección, acordé iniciar el correspondiente expediente de modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana para dotar a dicho singular elemento de la protección que siempre tendría que haber disfrutado.

Lo hice sin algarabías, sin colocarme medallas en la solapa, simplemente porque era mi deber, porque, como con otras tradiciones torrevejenses que nunca habían sido puestas en valor, era necesario actuar. Más de dos años después seguimos luchando por conseguir esa protección, la oposición de Costas, dirigida principalmente al hecho de una actividad concesional de restaurante que perdió su vigencia hace años, no ha impedido que continuemos tramitando, que haya mantenido reuniones personalmente con todas y cada una de las administraciones sectoriales que tienen competencias en el expediente, sin perder de vista el objetivo principal: un tintero reconocido y protegido para siempre.

Así que comprenderán que asista atónita a los que se suben al carro en busca de medallas que nadie va a repartir, a los que hablan desde el desconocimiento, a los que obvian el camino ya recorrido, sin saber muy bien a dónde van, pero con mucho ruido de fondo.

Más de dos años lleva este equipo de gobierno dedicado a conseguir la protección del Tintero. La unanimidad que todos los grupos políticos han manifestado en pro a su defensa la necesitaremos para cuando, por fin, podamos llevar al pleno esa modificación del Plan General. El único cauce posible porque aquí, los golpes de pecho se van con esas olas del mar, que confiamos continuarán estrellándose contra la blanca plataforma del Tintero.

Como decíamos el otro día en el Centro de Desarrollo Turístico (CDT) al hablar de gastronomía no hay modernidad sin tradición.