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Con el gordo hemos topado

Los bombos los carga el diablo», debió de pensar el jueves Andrés Roca Rey cuando viera las dos primeras bolas salir de las archifamosas esferas de Simon Casas para el próximo San Isidro: la bolita del peruano junto a la del hierro de Adolfo Martín. ¡¡Salió el gordo!! Si menospreciar al resto, todo el morbo, toda la parafernalia para legitimar esta historia del sorteo tenía casi como único objetivo esta combinación. El destino (¿bolas calientes?) alineó las pelotitas de plástico roja y azul para aliarse con casi todos, salvo el torero, que se enfrentará por primera vez a los albaserradas que pastan en Los Alijares cacereños en el ruedo más importante del mundo.

Con esto se abre la confección del serial más importante del año, un San Isidro para el que el empresario francés deberá hilar bien fino si no quiere que se le acuse de plantear los bombos como excusa para abaratar el abono, porque Morante de la Puebla, El Juli y nuestro Manzanares se han negado a participar. Queda en el aire si finalmente podrán entrar al menos en un cartel del resto de festejos. De las 34 tardes no todas se darán bajo el epígrafe isidril, puesto que también estará la Feria de la Cultura, la Beneficencia y quizá algún otro festejo especial. Y quedan todavía hierros de interés, como el de Victoriano del Río. No se descarta del todo, por tanto, la presencia de los tres rebeldes, aunque sí queda excluida su doble o triple comparecencia, algo que desahoga el presupuesto de la feria para el empresario.

Y es que desde el pasado año se está librando una guerra de poderes más que interesante en el mundo del toro. Con la crisis, el número de festejos se vio reducido, las ferias de provincias perdieron fuste, los ganaderos vieron cómo sufrían el mayor recorte en los precios de sus reses, los empresarios vieron reducidos sus beneficios (en ocasiones con pérdidas sangrantes), mientras que los primeros nombres del escalafón mantuvieron e, incluso, aumentaron sus cachés. La falta de renovación en los nombres atractivos llevó a situaciones como la que sufrió la Feria de Abril de Sevilla en 2014, con el boicot de los acomodados toreros punteros que pretendían quitarle beneficios a los maestrantes para repartírselos ellos. El resultado fue una bajada en el abono sevillano que no se ha vuelto a recuperar. Y con Madrid igual pretenden algo parecido.

Desde luego que las cifras que se airearon la pasada temporada son insostenibles. Salvo Roca Rey, ningún torero genera en taquilla los beneficios necesarios para cubrir semejantes emolumentos, sobre todo porque quieren ir en terna cerrada y con hierros cotizados, lo que eleva exponencialmente el precio del festejo. Alejandro Talavante se retiró porque lanzó un órdago a su apoderado, pidiéndole cobrar como el que más. Todos los actores del espectáculo taurino saben que es inasumible ese nivel en las minutas de unos pocos si no es abaratando el resto del abono. Entre esos pocos, el Juli pidió en una entrevista imaginación a los empresarios para romper con esa tendencia y con la monotonía en los carteles. Casas no se arredró, y le respondió en otro medio que poco se puede crear ante las exigencias encorsetadoras que demandan él y sus compañeros: cinco ganaderías y ternas redondas.

Con esto de los bombos Simón Casas ha venido a proponer una medida de urgencia para abrir los carteles. ¿También para abaratar la feria ante un pliego económico que él mismo infló? Lo cierto es que le queda por configurar más de un mes seguido de toros en Madrid, y el vacío de imagen de los tres sublevados no es obstáculo menor. Con todo, qué quieren que les diga, prefiero la rebeldía de un empresario como el galo a la inacción del resto de casas importantes. El francés, con sus contradicciones intrínsecas y su palabrería vendehumos, al menos mueve ficha y trata de innovar. Con él la tauromaquia se ha enganchado al siglo XXI en algo tan importante como es la mercadotecnia y la visibilización. Fíjense: a dos meses de San Isidro, aquí estamos, hablando de toros y toreros. Al César lo que es del César...

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