Hay cierta controversia en la ciudad y algunas pedanías acerca de dónde debe ir el ADDA II que la Diputación está dispuesta a erigir en Elche, como demostración palpable, junto con el sendero del pantano, de que su presidente, César Sánchez, se toma en serio lo de la bicapitalidad provincial (al menos en época preelectoral). El candidato popular Pablo Ruz, que reclama la paternidad de tal logro todavía virtual, quiere que vaya al solar del aparcamiento de Candalix, porque hay que revitalizar el decadente centro urbano. El equipo de gobierno, más sensible a las cuestiones sociales y al extrarradio, piensa que el auditorio en Carrús vendría a ser una infraestructura transformadora y revitalizadora del que es número uno en el singular ranking nacional de La Pobreza Va por Distritos pergeñado por la Agencia Tributaria. Es, pues, una apuesta eminentemente política más allá de la oportunidad urbanístico-dotacional. Así lo anunciaron juntos solemnemente el alcalde y candidato socialista, Carlos González; la portavoz y candidata compromisaria, Mireia Mollà, y el ídem del Partido de Elche, JR Pareja, quienes aprovecharon la ocasión para reivindicar asimismo sus respectivas paternidades/maternidades putativas sobre la nonata criatura.

Y como son los que mandan, el auditorio, de momento, va a al solar de Jayton, ahora un aparcamiento gratuito junto a la avenida de Novelda. Ya han aprobado la cesión del solar a la Diputación, para que se dé prisa y convoque al menos el concurso internacional de ideas antes de las elecciones municipales de mayo. Para tener algo atado, porque después puede pasar de todo. La decisión está justificada por la premura en cogerle la palabra al presidente de la Dipu y ponerle cuanto antes encima de la mesa el terreno, para que no tenga escapatoria.

El solar municipal elegido tiene la ventaja de que es de disponibilidad inmediata y está contemplado en el Plan General urbanístico como dotacional cultural. O sea, vía libre.

Además, está el antecedente del auditorio proyectado para ese mismo lugar en 2010, en la etapa del alcalde socialista Alejandro Soler, también con concurso internacional por medio y hasta votaciones ciudadanas. Ya se hablaba en aquel proyecto de una gran sala para 1.200 espectadores, otra para 200 y un parking subterráneo de 500 plazas, cifras similares a las propuestas ahora. Sin embargo, aquel proyecto, sin financiación interna ni externa, pasó al cajón de las ocurrencias a la espera de tiempos mejores. Algo así le sucedió también a la noria-mirador del Palmeral que Soler se empeñó en montar por aquellos mismos años al final del paseo de la Estación, elegida igualmente tras un concurso internacional de ideas y exposición de maquetas para general regocijo y diversidad de opiniones. Quedó tumbada por la galopante crisis y en medio de advertencias de la responsable popular autonómica de Patrimonio de que llegaría hasta la mismísima Unesco por la supuesta afección al palmeral histórico circundante.

Esta última cuestión no es baladí, y ha pesado también en la decisión del equipo de gobierno. El solar de Candalix está incluido en la zona de amortiguación del palmeral histórico proclamado por la Unesco. Toda actuación urbanística en la zona necesita un informe previo de Patrimonio de la Generalitat y el correspondiente estudio de integración paisajística. Si la noria-mirador de Soler fue tachada de grave atentado al «skyline» del bosque de palmáceas ilicitano, habría que ver cómo se calificaría una mole de 20 metros de altura sobresaliendo de entre las copas de las datileras a unos pocos metros de donde se proyectó la susodicha noria. Ya con solo estos dos informes preceptivos (sin contar con que probablemente sería necesaria también una modificación del PGOU, y ojo con la nueva ley del Palmeral) la operación se retrasaría muchos meses e incluso años, y el resultado final sería bastante incierto. Por no hablar del Icomos, que tendría mucho que decir como órgano asesor de la Unesco, y ya hemos comprobado cómo se las gasta a la hora de velar por la integridad de nuestra otra joya universal, el Misteri, y su concomitancia con el proyecto del Mercado Central, donde, por cierto, siguen apareciendo esqueletos del siglo XIII. La empresa ha tenido que pedir una prórroga de tres meses para acabar las excavaciones, por lo que la resolución de Patrimonio sobre el asunto no llegará hasta después del 26-M.

Pero mientras tanto, sin olvidarse de su reivindicación de un auditorio en el centro, Pablo Ruz no ceja en su actividad de precampaña y sobre campaña una. Como además de candidato popular y profesor es un gran melómano, pianista y hasta cantante cuando se tercia, ha decidido hacer llegar su mensaje a través de la música y rebajar así la crispación. Y qué mejor que empezar la turné en pleno centro, en la Glorieta, tocando el piano acompañado por un trío de cuerda. Un recital estupendo, muy del agrado del público y de los seguidores en las redes sociales (aunque también hay algunos desagradecidos que no aprecian la buena música), gratamente sorprendidos de que por una vez un candidato no les dé la tabarra con falsas promesas y mandangas. Le auguro muchos éxitos (musicales y políticos) si sigue en esta línea. No creo que ningún otro aspirante a la alcaldía le haga sombra en el terreno artístico-propagandístico, lo cual ya es una ventaja estratégica. Tal vez Mireia, de la que ya conocemos sus aptitudes cantoras, aunque una cosa es cantar un twist sin cinturón en un coche y otra actuar ante un público exigente.

Eso sí, creo que Ruz debería cambiar el enfoque estilístico de su repertorio. Aunque se trate de versiones instrumentales, no sé si es lo más adecuado la elección de «My way», una autocomplaciente recapitulación personal ante la cercanía de la muerte; o de «Viva la vida» de Coldplay, lamento de un poderoso que, tras gobernar el mundo, ve inminente su derrocamiento a manos de los revolucionarios. Eso son mensajes subliminales más apocalípticos incluso que los que lanza su amigo Pablo Casado, que ya es decir. Para motivar al electorado, mejor temas más actuales y estimulantes anímicamente, del estilo de «Despacito» o «Sin pijama», con cuerpo de baile incluido.

Pero atentos porque, según cuenta por lo bajini uno de sus colaboradores, la verdadera intención de Ruz es que estos bolos electorales le sirvan de preparación para ofrecer un concierto en toda regla, con orquesta sinfónica y coro, en el estreno del futuro auditorio.