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Cambiar tu vida

Cuando era joven, todo esto era campo...

Sueño

Sueño hasta que un sueño sustituya

a otro sueño

y vea lo que sueño

Mohamed Chukri

Existen pocas situaciones que expliquen mejor el paso del tiempo que ese día en el que acompañado de tus hijos, y tras observar durante unos segundos el paisaje urbano que tienes delante de ti, les dices aquella frase de que cuando eras joven todo esto era campo. Ni siquiera les dices cuando eras niño porque llega un momento en la vida en que la infancia y la juventud comienzan a estar tan alejadas de tu presente que las integras a ambas en un solo pasado. Si además añades el hecho de tener las manos entrelazadas detrás de la espalda - posición que a partir de cierta edad encuentras terriblemente cómoda - el resultado es claro y nítido: te estás haciendo mayor y el tiempo comienza a alcanzarte.

Así me vi yo hace algún tiempo cuando en compañía de mis hijos trataba de encontrar la casa de mi hermana pequeña en la zona de la Playa de San Juan conocida como Pau 5. Miraba a mi alrededor y no veía más que casas y apartamentos de todo tipo, centros comerciales y parques con columpios mientras me acordaba cuando aquella zona no era más que un extenso descampado cruzado por un camino polvoriento que se utilizaba para ir a El Campello cuando preferías no hacerlo por la carretera paralela al mar. A pesar de mis esfuerzos por saber dónde me hallaba no logré encontrar ningún punto de referencia. Para mí, aquel lugar siempre había sido, sin más, la parte de atrás del Club del Mar, una vasta extensión sin edificar, campo para más señas, al que nunca se iba salvo para ir a otro sitio. Allí de pie, junto a mis hijos, me vi a mí mismo hace casi treinta años de paquete en un vespino conducido por una chica a cuya cintura me agarraba -porque así me lo había pedido ella - mientras circulábamos entre las cañas y los pequeños arbustos que rodeaban la carretera. También pude verme en mi coche con una tabla de windsurf atada al techo para ir a alguna solitaria playa en la que después de navegar un rato solía sentarme a leer -¿algo de Bruce Chatwin quizá?- mientras el viento secaba la vela.

Ahora, como ya he dicho, el tiempo se ha ido adueñando poco a poco de todo lo que fui. El espacio reservado a mi memoria se va ensanchando con la inseparable sensación de lo perdido y esto provoca que de vez en cuando escoja una tranquila noche entre semana para realizar lo que yo llamo un viaje al interior de mi mismo. Cuando en casa todos duermen me encierro en mi despacho para buscar una vieja caja oxidada que tengo entre mis libros. La dejo en la mesa iluminada por la lámpara mientras el resto de la habitación queda en la penumbra. En ella guardo unos pocos objetos - fotografías, recortes de periódicos, anotaciones hechas en una servilleta de papel...- que al observarlos me llevan de un tiempo a otro mientras delante de mi rostros y voces se adueñan poco a poco de mi despacho. Yo permanezco mirando como un espectro shakesperiano todas las personas que desfilan delante de mi. Como he dicho lo hago muy de vez en cuando. Si quiero y si puedo; no es lo mismo. Yo me entiendo.

Echar la vista atrás no siempre es fácil. Tus errores te están esperando, todos juntos, para pasarte factura y eso hace que un ejercicio de memoria se convierta en un combate del que siempre salgo mal parado y desvelado. Además nunca comprendí esa facilidad mía para atraer a los envidiosos y a los mentirosos. Debe ser una de mis pocas cualidades. Quizá pasé demasiado tiempo solo en mi juventud y todos aquellos años me dejaron un poso del que ahora ni quiero ni puedo desprenderme. Tampoco esto es lo mismo. Sin embargo ahora hay una gran diferencia. Cuando llego a casa mis hijos vienen corriendo a saludarme. Tantos años recibido por el silencio de una casa vacía han hecho que no me acostumbre a escuchar sus pasos corriendo mientras me llaman a voces.

Para mi lo peor del paso del tiempo no es el inevitable declive físico. Ni tampoco la certeza de que la muerte se acerque un poco más cada año. Creo que lo peor de hacerte mayor es no poder volver atrás para cambiar algunas decisiones que ya por error o por dejadez dejaste que ocurriesen. No hay forma de cambiar tu pasado y darse cuenta de ello llega un momento en que es una sensación casi física de dolor y abatimiento difícilmente soportable.

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