Fedra
TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE
Dirección: Luis Luque. De Paco Bezerra. Productor: Jesús Cimarro.
El autor se apoya en el mito griego para hacer su obra como otros dramaturgos, Eurípides, Séneca, Racine o Unamuno, se apoyaron en distintas épocas hasta llegar a la nuestra. La tragedia clásica se transforma en unos pasajes contemporáneos, escritos por Paco Bezerra, con espacio simbólico y sonoro que acentúa el énfasis poético y la verbal grandilocuencia. Así se evoca el espíritu del clasicismo con cierto exceso de solemnidad. La palabra ajusta muy bien lo fundamental del mitológico personaje con unos sentimientos cercanos a las inquietudes de nuestro tiempo. Y un choque de fuerzas en el conflicto, de contradictorias emociones. El amor, el odio, lo justo, lo injusto, la confianza y la desconfianza o los celos. En Fedra no existe la felicidad amorosa, sino la borrasca. La lucha entre el instinto y la razón ante la desatada pasión que la reina siente por su hijastro Hipólito. Vale atreverse y batallar por lo que se quiera. Pero distinto es caer en la locura, el deseo enfermizo, la mentira (que mueve el mundo) y la venganza. Este es el destacado papel de Lolita Flores, o la papeleta de la actriz. Sin alcanzar cotas más altas y relevantes, teje su labor con ahínco y las exigencias expresivas del texto. No es una de esas grandes damas de la escena, pero su gancho mediático atrae a muchos espectadores y seduce. Así se ha visto en el Principal, en el 3 Festival Internacional de Teatro Clásico de Alicante, que acaba de concluir. El rey es Juan Fernández, un actor alto, con su firme voz y presencia. Michel Tejerina es uno de sus hijos, al que el intérprete acoge con juvenil solidez. La veterana y solvente Tina Sainz ejerce de sirvienta-consejera. La recordamos por sus intervenciones televisivas en aquel Estudio 1 o en la Novela de los años 60. Es contundente la interpretación de Críspulo Cabezas, el noble, ecologista y vegano Hipólito que rechaza a Fedra y busca la pureza en el bosque. Ella le acusa falsamente y el rey lo maldice y le echa de la isla del volcán. En erupción sin duda. Pese a la maldad, queda patente el derecho a amar y a vivir de la mujer. La música de Mariano Marín, la intemporalidad de los atuendos y las proyecciones dan potencia al notable espectáculo dirigido por Luis Luque.
