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La derecha "hiperazucarada"

“El problema es el azúcar que no vemos, no el sobre que añadimos al café”. Este era el titular de enganche a un vídeo de una entrevista al científico J.M. Mulet que difunde un medio de comunicación nacional en su web. Le di un vistazo al resumen y venía a decir que en nuestros hábitos alimenticios hemos introducido un exceso alarmante de azúcares. Y lo peor, a veces no somos conscientes de su consumo debido a que aparece bajo otras formas (fructosa, dextrosa, sirope de maíz, sirope de agave…), pero sigue siendo azúcar y, por lo tanto, chutes de calorías vacías (alimentos que contienen una gran cantidad de energía, pero aportan pocos o ningún nutriente).

Compartía espacio este video en la web con otras muchas noticias, y como no, todas las relacionadas con el encuentro en la plaza de Colón organizado por las derechas españolas por la unidad de España y pidiendo elecciones. Y como mi mente tiende a relacionarlo todo, no pude evitar la conexión entre lo del chute de calorías vacías y las derechas.

Y voy a empezar por esto último, porque, en efecto, la sensación que una tiene es que este trio de derechas se encuentra “hiperazucarado”, con exceso de calorías vacías. Una derecha cuya energía se consume a través de la constante agitación de las banderas, los miedos, los mensajes catastrofistas e, incluso, los insultos. Pero a la vez una derecha sin alternativa, sin propuestas, sin programa, sin respuestas a los retos de una sociedad que vive cambios en lo social y lo económico.

Una derecha que, por no tener, no tiene ni respuestas a los pilares del proyecto de Presupuestos Generales del Estado que presentó el Gobierno, como por ejemplo, la subida del salario mínimo interprofesional, la subida de las pensiones, el aumento del presupuesto en I+D+I, en becas, en la lucha contra la violencia machista, en el compromiso contra la pobreza infantil, la eliminación del copago farmacéutico a los colectivos vulnerables o la recuperación del subsidio de desempleo para mayores de 52 años. Una derecha activada por las ansías de poder a toda costa, que agita banderas de manera frenética, pero sin nutrientes.

Y el problema es que, ante tal vacío en el seno de la derecha, el contenido de las respuestas las está poniendo sobre la mesa la parte más ultra, y PP y Ciudadanos se lo están comiendo a boca llena. Han dejado en sus manos la confección del menú ideológico. Y lo saben.

Y por eso nos quieren ocultar la realidad intentando que creamos que les importa el país, y sus ciudadanos, y su bienestar, y la libertad... cuando poco hay de eso. O cuando hablan de patriotismo, de la unidad de España, y lo que hay realmente es un ideario reaccionario, que quiere poner en jaque a colectivos como el de las mujeres, los derechos LGTBI, la memoria histórica, el estado de las autonomías, o la propia diversidad cultural de un país. Una derecha que, incluso, nos quiere convencer que la palabra diálogo es un sinónimo de traición, cuando la realidad es que cuantas guerras y muertos nos habríamos evitado (también en España) si el diálogo hubiera imperado sobre el conflicto y el frentismo.

“El problema es el azúcar que no vemos, no el sobre que añadimos al café” decía el científico. Puede que ese sea uno de las cuestiones más peligrosas en estos momentos en el plano político. Que quizá el problema no sea que se manifiesten las derechas, que tienen su derecho, sino lo que esconden sus promotores en forma de recortes de derechos, libertades y valores democráticos en nuestra sociedad.

(*) Toñi Serna es diputada autonómica. Portavoz adjunta del Grupo Socialista en las Cortes Valencianas.

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