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Fascismo de verdad y fascismo de mentira

Hoy en día no hay palabra más usada que fascista, y se usa para criticar cualquier cosa que no nos guste, cualquier opinión, cualquier idea

El otro día vi el documental "Milicianes", de Tània Balló y Jaume Miró, producido por IB3 y TV3. El documental es una investigación detectivesca sobre las cinco milicianas catalanas apresadas por los fascistas en el frente de Manacor, en septiembre de 1936, y que después fueron violadas y fusiladas en el antiguo cementerio de Son Coletes. El documental es sencillamente extraordinario, aunque eso no me sorprende en absoluto porque conozco desde hace tiempo al dramaturgo Jaume Miró y sé lo puntilloso y exhaustivo que es en todo lo que hace.

Cuando preparaba su documental, hace ya mucho tiempo, colaboré con Jaume Miró dándole información y contándole todo lo que yo sabía de la historia, que era bastante aunque no lo suficiente. Un tío abuelo mío, Francisco Ferrari, estuvo en el frente de Porto Cristo con los nacionales y se quedó con una copia del diario que una de las cinco milicianas -todas enfermeras de la Cruz Roja- escribió durante los quince días que estuvo en el frente de Porto Cristo y Son Carrió. Jaume quería averiguar quién fue aquella miliciana que no había dejado ningún otro rastro de su vida más que aquel diario, junto con una foto tomada en la Escuela Graduada de Manacor en la que se la ve con las otras cuatro enfermeras y con otros prisioneros republicanos (conviene recordar que los fascistas eran tan bestias que fotografiaban a todos los prisioneros, como si fueran trofeos de caza, antes de ejecutarlos). Jaume era tan meticuloso que me consultaba sobre los laboratorios fotográficos que habían revelado las fotos, ya que quería encontrar algún indicio que le permitiera identificar a la mujer que había escrito el diario. Conozco poca gente que trabaje con ese obsesivo interés por encontrar la verdad.

El documental "Milicianes", tras un trabajo de investigación superlativo, ha conseguido identificar a cuatro milicianas, pero no a la quinta, la enigmática autora del diario, la que en una foto que tal vez tomó mi tío abuelo mira a la cámara con arrogancia y seguridad y hasta descaro. Una mujer valiente. Una mujer que seguramente valdría por cien varones como yo mismo. En el documental se aventura la posibilidad de que fuera una mujer de Manresa, militante de ERC, de nombre Ramona Soldevila. Jaume Miró y Tània Balló localizaron una foto de esta mujer, e incluso algunos artículos escritos por ella en la prensa local de Manresa, y hay algunas coincidencias entre ella y la miliciana, pero tampoco hay una prueba concluyente. Yo, desde luego, no creo que fuera Ramona Soldevila. La autora del diario escribía en castellano y no parecía especialmente nacionalista, aunque sí de ideas revolucionarias, seguramente anarquistas.

Nadie puede ver "Milicianes" -un documental, repito, extraordinario- sin sentir un escalofrío de horror. Esas milicianas eran enfermeras, no dispararon un solo tiro y se limitaron a curar heridos en un hospital de sangre en Sa Torre Nova. Eso es todo. Pero un fascista italiano -el conde Rossi, que no era conde ni nada, sino un fantoche cruel y cobarde- ordenó la tortura y la ejecución de esas pobres mujeres sólo porque formaban parte de las filas del enemigo y en aquellos meses de locura desatada un enemigo sólo podía estar muerto. Hoy en día no hay palabra más usada que fascista, y se usa para criticar cualquier cosa que no nos guste, cualquier opinión, cualquier idea, y me pregunto si no estamos insultando a quienes sufrieron de verdad el fascismo -el fascismo que torturaba y asesinaba por el simple hecho de pertenecer al bando enemigo- cuando usamos tan alegremente una palabra que, por fortuna, ya no tiene nada que ver con el original. Sobre todo porque el uso deshonesto e histérico de las palabras, cuando se convierten en insultos crueles que convierten a los adversarios en personajes desprovistos de cualquier clase de humanidad, es el primer paso que lleva indefectiblemente al fascismo de verdad.

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