Si las redes se han convertido en el espacio de todo lo falso, y ya no se puede uno fiar ni de las imágenes, algo vamos avanzando, pues cuando la gente se acabe de convencer de que todo lo que venga por las redes es sospechoso de falsedad buscará la verdad en otro lado (caso, claro, de que aún le quede gusto por la verdad). Así que el inmenso enjambre de falsarios que se ceba en las redes puede morir de éxito, como moscas pegadas a la miel.
Con algo de suerte, todo el abanico de medios (escritos, audiovisuales, redes, etcétera) pasará a dividirse de forma natural entre medios en los que más o menos vive la verdad y medios en los que más o menos vive la mentira. Para garantizar que la raya divisoria va por la línea justa convendría ir pensando en una agencia internacional de calificación de medios, como la de la solvencia en cosa de finanzas. A grandes males grandes re-medios.
