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Música, crítica

Como la vida misma

El gran mérito de estos grupos fue no tener miedo a la hipérbole. Algo lógico en la época, el Barroco, de la hipérbole como excelencia

Orquesta Ciudad de Elche.

Gran Teatro.

Anabel Sáez, clave. Fabio Biondi, violín. Obras de Telemann y Vivaldi.

Dice un amigo mío, creo que la frase no es suya, que Vivaldi es ese compositor que compuso 400 veces la misma obra. La hipérbole -que de cualquier manera no me parece desencaminada- menosprecia la portentosa imaginación del compositor del Principado de Venecia. En la mayoría de sus conciertos guarda efectos, sorpresas o inventos -no solo armónicos y melódicos sino, además y ante todo, instrumentales- que nos dibuja un compositor que pareciera que bebiera de la misma naturaleza con esa capacidad de, en su eterno retorno, renovarse una y otra vez en el detalle aún cuando el fondo del paisaje fuera el mismo. Lo cierto es que tras una época oscura en la que tan solo sus Cuatro Estaciones y poco más se encontraban en repertorio o discografía, una serie de grupos instrumentales -sobre todo italianos- nos descubrieron una redescubierta manera de afrontar la obra de Vivaldi que se acercaba a esa verdad interpretativa que el aparentemente monótono día a día del compositor -40 años en la misma ocupación- rompía con su inventiva desaforada.

El gran mérito de estos grupos fue no tener miedo a la hipérbole. Algo lógico en la época, el Barroco, de la hipérbole como excelencia. Entre esos intérpretes que nos redescubrieron un Barroco cercano, si esto fuera posible, a su sonido original, destaca Fabio Biondi. Y el pasado sábado tuvimos la oportunidad de escucharlo junto a la treintañera Orquesta Ciudad de Elche. Por segunda vez en lo que va de año -el anterior fue el concertino de la Concertgebouw- un solista de talla internacional visitó la orquesta ilicitana y nos mostró, una vez más, la ductilidad y flexibilidad de sus componentes al adaptarse a una manera de interpretar historicista -o al menos parcialmente, ya que los instrumentos no eran barrocos-. Esto es: articulaciones precisas y ricas, arcadas cortas y contrastes expresivos amplios.

El concierto estuvo compuesto por dos Suites de G. F. Telemann en la primera parte y una Obertura y tres Conciertos de A. Vivaldi, todos ellos con el apoyo al clave de la alicantina Anabel Sáez y donde el señor Biondi demostró, por su riqueza de color, capacidad de dirección y pasión a la hora de preparar con la orquesta las obras, que las composiciones de Telemann y en especial el concierto repetido 400 veces de Vivaldi son una fuente inagotable de emociones, en los que en cada compás se puede descubrir, si el intérprete está dispuesto a mostrarlo, un elemento diferente y audaz. Como la vida misma, oigan.

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