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Sobre carteles, tv y el último vuelo de Távora

El torero de Alicante vuelve a centrar los focos del mundo del toro. Todo un lujo para nuestra ciudad y nuestra afición

Ya se ha hecho público el cartel del Domingo de Resurrección en Sevilla. Terna emblemática del comienzo de temporada, casi a modo de «pole position» entre los coletudos que más se precian de mandar en el escalafón, o en los despachos. Al final, la tríada escogida ha sido la formada por El Juli, Manzanares y Roca Rey, con toros de Victoriano del Río. El torero de Alicante vuelve a centrar los focos del mundo del toro. Todo un lujo para nuestra ciudad y nuestra afición. José Mari realizará tres paseíllos más en el año maestrante: dos durante la Feria de Abril y uno más en septiembre, por San Miguel.

La confección del cartel no ha vivido exenta de la polémica, pues la afición sevillana esperaba la aparición ese día de Morante de la Puebla. El torero local continúa, una temporada más, luchando contra sus propias manías y caprichos. Lo que antaño fueron inclinaciones excesivas de ruedos, arenas sin regar, presidentes insensibles, veterinarios demasiado exigentes o toros desorbitadamente grandes, en los últimos meses se ha focalizado en la televisión. Al principio se negó a ser retransmitido, y ahora concentra sus manías en las formas de retransmitir los festejos por Toros, el canal temático de la plataforma Movistar donde, por cierto, brilla con luz propia el alicantino Germán Estela.

Pues sí, como lo leen: Morante quiere dirigir también las retransmisiones, y en varias entrevistas ya ha dejado dicho que eso de que haya varios comentaristas no acaba de verlo, y tantas repeticiones con análisis tampoco le acaban de convencer. A Morante, por lo que se entiende, no le gusta que nadie le pueda dejar al aire los defectos. Sin embargo, la empresa de la Maestranza ya ha anunciado su cuádruple contratación para esta temporada (tres en mayo y una en septiembre), de lo que se deduce que coincidirán el torero y las cámaras otra vez, claro. Aunque podamos aseverar aquello de que en la pantalla no se siente el alma del toreo, y nunca el plasma podrá sustituir a la emoción del tendido, no se puede ir en contra de esa cuarta dimensión audiovisual para entender el mundo, que es la televisión y, más modernamente, internet. Por los mentideros tuiteros se comenta, además, la intención del sevillano de que los festejos que le retransmitan a él los comente en solitario Fernando Fernández Román, quien ofrecerá, por cierto, una conferencia el próximo viernes a las 20:00 horas en el Club Taurino de Alicante. Otra charla tendrá lugar también ese día en el Club Taurino de Alcoy, con Carlos Abella como orador, a partir de las 19:45.

La semana nos ha dejado además una pérdida irreparable en la órbita artística de la tauromaquia, y es que en la noche del viernes fallecía Salvador Távora, reconocido autor, dramaturgo y director teatral, galardonado con el Premio Max de Honor en 2017 «por ser una figura clave en las Artes Escénicas». Quien escribe estas líneas aún recuerda emocionado la versión de Carmina Burana de 2004 que tuvo lugar en el Teatro Principal de nuestra ciudad, en una de cuyas escenas un jinete a caballo bailaba al compás de la partitura de Carl Orff. Portentosa versión andaluza del clásico germano.

Pocos conocían que Távora también probó suerte como novillero en la década de los 50, anunciándose más de una vez como Gitanillo de Sevilla, y en su obra convergieron de manera natural el flamenco y el toreo, como los casos de Carmen, en 1996, y Don Juan en los ruedos (2000), espectáculos en los que combinó representación y rejoneo en vivo. Fue de los primeros en sufrir la censura en Cataluña (presunta abanderada defensora de las libertades), donde vio cómo le prohibían reiteradamente la representación de la primera, y donde los tribunales le dieron la razón en ambas, en 2001 y 2003, dejando negro sobre blanco que sendas prohibiciones fueron «un ejercicio de añeja, y aún vergonzante, censura, en la más ruda acepción del término». Un artista, un luchador, un espíritu libre que vuela ya más libre todavía.

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