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Una figura científica en horas críticas

Hace muchos años que vengo sufriendo un acoso profesional crónico y de baja intensidad (€). Desde hace un año y medio, la situación de acoso se volvió insoportable".

Son palabras de Carlos López Otín, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo y uno de los científicos más destacados y laureados de España.

En los últimos 35 años, Otín ha publicado en revistas del máximo impacto más de 400 artículos con tres temáticas predominantes: el genoma humano, el cáncer y el envejecimiento. Forma parte del elenco de líderes europeos en estos campos, ha ganado innumerables premios y ha recibido infinidad de distinciones dentro y fuera de España. En abril de 2017, le fue concedida una de las prestigiosas ayudas "Advanced Grants" del Consejo Europeo de Investigación (European Research Council-ERC), con una cuantía de 2,5 millones de euros, para indagar sobre modos de retrasar el envejecimiento. Fue la guinda de un gran pastel. Nada hacía presagiar que pronto comenzaría su calvario.

Las dotes divulgativas de Otín, su empatía con sus colegas y su cercanía a los problemas de las personas lo habían convertido en uno de los científicos más apreciados y admirados del país. ¿Y ahora? Ahora está "exiliado" en París tratando de trabajar en el gran proyecto europeo y de recuperar el equilibrio psíquico perdido.

El "caso Otín" saltó a la actualidad a finales de enero, cuando la revista "Journal of Biological Chemistry (JBC)" le obligó a retirar ocho artículos publicados entre los años 2000 y 2007. Unas semanas antes, idéntica suerte había corrido un trabajo publicado en "Nature Cell Biology" en 2015. Los editores de estas revistas sostienen que los trabajos retractados contienen errores en las imágenes y manipulaciones.

El científico aragonés ha negado "absolutamente" que estos fallos invaliden las conclusiones de fondo, y ha argumentado que varios de los experimentos han sido refrendados de forma independiente por otros laboratorios. Esta postura ha sido avalada por medio centenar de científicos de primer nivel de toda España y algunos extranjeros, quienes reclamaron a JBC, sin éxito, que permitiera a Otín y a sus colaboradores introducir correcciones sin necesidad de retirar los trabajos.

Margarita Salas, Juan Válcárcel, la exministra Cristina Garmendia, Elías Campo, Jesús Ávila, Manuel Serrano o José López Barneo forman parte de ese medio centenar de firmantes. "Consideramos que la retractación de estos artículos hace un flaco servicio a la ciencia, ya que desaparecen de la literatura resultados y reactivos que están validados y han sido útiles para el progreso de la investigación", subrayan.

Fue el pasado verano cuando Carlos López Otín (Sabiñánigo, Huesca, 1958) decidió trasladarse a un laboratorio de la capital francesa para alejarse de lo que califica como una campaña de acoso a través de internet que llegó a sumirlo en una profunda depresión. El pasado día 29, denunció, en una entrevista publicada en "La Nueva España", diario asturiano del grupo Prensa Ibérica, la existencia de una estrategia que trata de socavar su prestigio personal y profesional.

¿De qué habla Otín cuando denuncia una campaña "de acoso"? Según su propio testimonio, de una sucesión de mensajes a muchos niveles (llegaron a centros neurálgicos del sistema científico mundial y también a lugares relacionados con su biografía más personal) que trataban de desacreditar su trayectoria y que terminaron pasándole factura psíquica: "Pensaba que tenía la mente más fuerte del mundo; sin embargo, un día de principios de junio [de 2018], esa mente tan fuerte se quebró en mil pedazos".

Al alud de ataques cibernéticos se sumó, a principios del verano pasado, una infección viral en el bioterio de la Universidad de Oviedo que obligó a sacrificar unos 6.000 ratones de investigación. La mayor parte pertenecían al grupo del investigador oscense, y eran el fruto de varios lustros de paciente trabajo y de complejas manipulaciones genéticas dirigidas a indagar en procesos tumorales y de envejecimiento. Recuperar estos roedores requerirá aproximadamente dos años. "Comprendí que nos habíamos quedado sin futuro a corto plazo, tanto yo como mis estudiantes cuyos proyectos dependían de estos animales", explicó en la citada entrevista.

Una catástrofe en un animalario es un hecho muy poco frecuente, pero no excepcional. No parecen existir indicios que permitan hablar de un sabotaje, pero la Universidad de Oviedo no ha realizado una investigación profunda de lo sucedido. El Rector, Santiago García Granda, salió en defensa de Otín el pasado día 28. Más tarde se supo que el Comité de Ética de la institución ya había expresado por escrito, el 30 de octubre de 2017, su respaldo a la producción científica de su catedrático más brillante: "Las evidencias analizadas confirman la solvencia de estas investigaciones, tal y como corroboran los múltiples estudios realizados con posterioridad por laboratorios independientes, que tienen como base los citados trabajos".

Más incisivo en la defensa del científico se mostró el anterior rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor (2008-2016), quien reclamó el cese de "la injusta persecución que está sufriendo, en un campo tan competitivo como la bioquímica, por la envidia de algunos colegas mediocres, que ha minado su entusiasmo por la ciencia y, sobre todo, su salud".

Atacado en su honor y muy debilitado en su trabajo de laboratorio, Carlos López Otín decidió tomar distancia de todo desplazándose a un laboratorio francés. A día de hoy, y salvo recaída de salud grave, su objetivo es reanudar sus clases en la Universidad de Oviedo el próximo 1 de marzo. Pero no descarta "cambiar el foco" de su actividad "una vez que cumpla los compromisos ya establecidos con algunos proyectos".

Redes sociales y determinados blogs se han llenado en los últimos días de mensajes a favor y en contra de la obra y la persona de Otín. La práctica totalidad de los que lo apoyan tienen nombre y apellido. Muchos de los que le atacan (no todos) se esconden tras seudónimos y perfiles anónimos, y están liderados por un excientífico ucraniano, en este caso con nombre real y público, de habla rusa, afincado en Alemania, con nombres y apellidos, metido a periodista, bloguero y caricaturista, que dirige un blog que preconiza la integridad ética de la investigación en biomedicina y el propósito de mejorar la ciencia. Ese portal de internet combina contenidos de ciencia con ataques, insultos y alusiones personales que han alcanzado incluso a uno de los hijos de Otín, cuya faceta profesional nada tiene que ver con la ciencia.

En esta supuesta acción concertada están implicados de algún modo, sostiene Otín, colegas suyos de la Universidad de Oviedo. Seguramente a ellos se refería el exrector Vicente Gotor. En el mismo edificio en el que trabaja el científico aragonés no faltan quienes han visto con recelo su ascenso a los estratos superiores del olimpo de la ciencia. Tampoco quienes observan algunas coincidencias de calendario entre algunos ataques a Otín y determinados procesos selectivos que dieron plazas a discípulos del investigador en detrimento de otros colegas de su mismo Departamento. En todo caso, hasta la fecha no han trascendido pruebas que vinculen los celos locales con los ciberataques globales.

Lo que sí ha trascendido, y con bastante nitidez, es que apoyar a Otín no sale gratis. Algunos de los investigadores que han salido en su defensa han visto como el citado portal de internet, y quienes le hacen eco, empezaba a reproducir artículos científicos suyos, algunos bastante antiguos, cuestionando la validez de sus contenidos. Puede haber base para la duda, puede no haberla, pero la duda queda sembrada. "La estrategia consiste en atemorizar a todos los posibles apoyos para que nadie se atreva a defenderlo", señalan fuentes próximas al científico.

No parece difícil pronosticar lo que harán en adelante los enemigos de Carlos López Otín: ampliar el radio de acción de la lupa escrutadora, buscar más errores en sus artículos, advertir a quienes traten de defenderlo de que pasan a la nómina de adversarios, tratar de que le retiren la ayuda del Consejo Europeo de Investigación€

O sea, minar a golpe de "tuits" y de "posts" un prestigio europeo y mundial labrado en 35 años de duro trabajo y grandes dosis de altruismo. ¿Con fallos? Sin duda alguna, más de 400 artículos ofrecen un espacio muy amplio para encontrar resquicios, y los hay. Pero el objetivo confesado en algunos mensajes va más allá: desacreditar toda su obra científica, consagrar la idea de que es un tramposo.

Entre tanto, Otín promete nuevas investigaciones del máximo nivel que corroboren su valía€ si su salud mental se lo permite.

Conocimiento científico, mucho dinero, grandes batallas de la ciencia, el mito de la eterna juventud, las terapias génicas, el transhumanismo, 6.000 ratones muertos, la envidia, los celos, las bajas pasiones... Todos los ingredientes están en el tubo de ensayo. ¿Alguien da más?

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