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Ese clima de preguerra civil en nuestra derecha

La propuesta, acaso no suficientemente madurada, del Gobierno del PSOE de aceptar la figura de un "relator" que medie en el difícil conflicto catalán ha generado un clima de preguerra civil en nuestra derecha.

El tripartido de la derecha ha convocado una manifestación en Madrid para "echar a Pedro Sánchez de la Moncloa" tras calificar al presidente del Gobierno de "okupa" y acusarle de "traidor" y de "felón", entre otras lindezas.

Para el PP de Pablo Casado, Ciudadanos, de Artur Rivera y Vox, de Santiago (Abascal) y cierra España, el líder del PSOE es un presidente "ilegítimo" que, con tal de mantenerse en el poder, está dispuesto a hacer las concesiones que hagan falta a los "golpistas catalanes".

Por si fuera poco con los escupitajos de la oposición, Sánchez ha tenido que aguantar también las críticas de algunos de sus correligionarios, que temen con toda razón que todo ello pueda afectarles negativamente en las próximas elecciones autonómicas.

El ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, uno de esos ex dirigentes socialistas que parecen haberse quedado en la España de los ochenta, cuando quien se movía, no salía en la foto, como él mismo decía, ha acusado a Sánchez de anteponer la aprobación de los presupuestos a la "dignidad" de la nación.

Es cierto que un dirigente político no puede jugar, como parece hacer últimamente Sánchez, al continuo aventurerismo sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos no sólo para el partido, sino también para el país.

Dado lo que ocurre al mismo tiempo en Podemos y sus confluencias, aquejados de una infantil "divisionitis" que nadie entiende, el panorama de la izquierda en este año electoral no invita al optimismo.

Porque parece haberse instalado tanto entre los independentistas catalanes como en nuestra derecha más nacionalista la idea de que "cuanto peor, mejor".

Cuanto peor vayan las cosas en España, más fácil les resultará a los independentistas denunciar en los foros internacionales las pervivencias franquistas y justificar así sus ansias de separación.

Y en sentido contrario, cuanto más irracionales e intransigentes se muestren los separatistas catalanes, mayor será la irritación en el resto de España y más votos habrá para las tres derechas. Y al final, todos habremos perdido.

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