Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los que no quieren el diálogo

Estamos rodeados de políticos que no quieren el diálogo, que buscan sólo imponer sus pretensiones y no dudan en calificar inmediatamente de "traidor" a quien no las comparte.

Lo estamos viendo estos días por desgracia lo mismo en la política nacional que en la internacional: en el caso del conflicto catalán y en el de la geográficamente más lejana Venezuela.

Dos conflictos terriblemente enconados y que sólo podrán resolverse mediante la negociación y el diálogo si se quiere evitar lo peor, pero esto no es lo que al parecen algunos buscan.

Por lo que se refiere a Cataluña, no sé si la idea de nombrar a un relator para que modere la mesa de partidos políticos es la mejor ocurrencia o , pero tampoco creo que sea para hablar anticipadamente de "puñalada en la espalda" o "traición", como hace la oposición.

El anterior gobierno del PP dejó que se pudriera ese conflicto durante demasiado tiempo y terminó sustituyendo la clamorosa ausencia de política por el recurso tardío a la justicia. El resultado ha sido nefasto.

Unos políticos acusados de intentona golpista a favor de la creación de una República catalana llevan presos más de un año en espera de juicio, con el consiguiente daño fuera, hábilmente explotado por los independentistas, al prestigio de nuestras instituciones .

Muchos ponen ahora en Madrid el grito en el cielo cuando los al parecer insaciables independentistas hablan de "garantizar la independencia judicial" o "revertir la macha atrás de la calidad democrática" en España.

Todas las democracias son manifiestamente mejorables -véase si no lo que ocurre en Francia, en Gran Bretaña, en EEUU, entre otros países-, y negar que también lo es la nuestra es ponerse una venda delante de los ojos.

Otra cosa es que los partidos independentistas, los primeros que violaron las reglas de la convivencia democrática, se empeñen en no ver la viga en el propio ojo. O que finjan no verla porque no les conviene para su propaganda exterior.

¿Qué decir, por otro lado, de Venezuela, donde se ha asistido desde hace demasiado tiempo a la degradación de la convivencia democrática de todo un pueblo para, en el último momento, darse por inútil el diálogo y llamar, como ha hecho EEUU, a un golpe de Estado?.

Es conocida la nula importancia que da el presidente Donald Trump a los tratados firmados por sus predecesores. Su conocida táctica negociadora es generar en todas partes el caos para lograr imponer en el último momento su voluntad.

¿Volveremos a ver una repetición en la Venezuela de Maduro lo ocurrido en 1989 en el Panamá de Manuel Noriega? ¿O es que ya se nos han olvidado los miles de muertos de aquella invasión estadounidense?

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats