Juanjo Nieto aseguró ayer públicamente que no ha firmado con ningún equipo para la temporada que viene. Si lo ha hecho tampoco lo diría (que yo recuerde ningún futbolista lo ha hecho nunca), así que es algo que probablemente se llevará a la tumba. Para mí, sinceramente, es lo de menos porque eso está a la orden del día en todos los vestuarios (Neyder Lozano en el Elche sin ir más lejos). El lateral castellonense tiene grabado a fuego que esta debe ser su última temporada en Segunda B y por eso ha rechazado cuantas ofertas de renovación le ha puesto un desesperado Portillo sobre la mesa, algunas con cantidades alejadas de la realidad de un club de la categoría de bronce. El deseo de abandonar el pozo a toda prisa de Nieto es legítimo y comprensible (lo suscribo), pero también es de justicia que se deje la piel en el Hércules para luchar por el ascenso. En las últimas semanas ha tenido despistes defensivos que han costado puntos y han enervado sobremanera a Portillo y Planagumá, pero es un jugador demasiado importante como para darlo por perdido. A poco que se enrabiete, apriete los dientes y suba el nivel competitivo, debe estar siempre en el campo porque hace meses era el mejor atacante del Hércules desde una posición como el lateral derecho. Planagumá y el club visibilizaro ayer el toque de natención al zaguero y tengan todos por seguro que será el último, ya no habrá más. Cada partido es ahora una final y no se puede competir con tibieza. La pelota esta en el tejado de Juanjo. Ahora o nunca.
