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Desde mi terraza

Líderes

El otro día cayó en mis manos una cita anónima que no me resisto a reproducir. Se titula Hábitos de líderes efectivos y se concreta en nueve puntos o hábitos deseables: 1. Altamente concentrados. 2. Nunca dejan de aprender. 3. Afrontan el fracaso. 4. Apoyan a sus colaboradores en su desarrollo. 5. Solicitan constantemente retroalimentación. 6. Son humildes. 7. Comunican claramente el futuro. 8. Escuchan con atención.9. No culpabilizan. Y en un momento en que los líderes políticos, en general y salvo alguna excepción honrosa, no demuestran estar a la altura deseable, les convendría colocar los nueve puntos citados en una tablilla de obligada lectura antes de apagar la luz para dormir. Y como muestra un botón: parece mentira que el presidente Puig haya llevado a cabo la operación Sanguino con una ligereza impropia de un hombre de su experiencia política y en unos momentos en que, dada la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas, se la debería coger con papel de fumar, dicho en lenguaje coloquial. Recordemos que el señor Puig, harto de las luchas de poder en el PSOE alicantino, tiró por la calle de en medio y se empleó a fondo para buscar un candidato independiente como candidato a encabezar la lista a la alcaldía de Alicante; tras casi consultar la lista telefónica a la busca del famoso «mirlo blanco» y obteniendo en todos los casos el «no» como respuesta, encontró a un candidato que aceptó el envite, el médico municipal Andrés García Trillo, lo que creó gran revuelo entre otros dos aspirantes que sí militan en el partido y reclamaron la celebración de primarias. Y el señor García Trillo de inmediato fue definitivamente excluido y olvidado. Poco tiempo después el mirlo blanco tomó cuerpo en la figura del actual director del Teatro Principal, Paco Sanguino, muy relacionado a título personal con el presidente, quien también aceptó el reto; pero hete aquí que justo dos días más tarde se reciben órdenes de la cúpula del PSOE en Madrid diciendo que de eso nada, que el elegido debía presentarse a unas elecciones primarias (desechadas hasta el momento) aún como independiente, desdiciendo al presidente Puig que se la tuvo que tragar. El ridículo ya era realidad, y Sanguino se encontró en una situación tan incómoda como no deseada, me consta que no estaba en sus planes iniciarse en política, a pesar de que muchos han considerado que utilizó su cargo en el teatro como trampolín. Lo que pase a partir de ahora lo sabremos en pocos días, pero esta comedia (y nunca mejor dicho) ya se ha convertido en comedia, sí, pero comedia bufa. De ahí mi queja sobre la ausencia de verdaderos líderes políticos que cumplan al menos los nueve puntos del inicio de mi escrito, a los que yo añadiría uno tan fundamental como la prudencia, junto al alejamiento total de actitudes ligeras que puedan caer en la frivolidad. A poco que se eche mano de la memoria, me viene a la cabeza la personalidad y consistencia de muchos políticos de la pre democracia, y también las figuras de dos líderes que se revelaron como verdaderos estadistas: Adolfo Suárez y Felipe González. Y si nos centramos en el terreno local y sus alcaldes, después de Lassaletta, y con un breve mandato de Ángel Luna, que hizo lo que pudo, el resto es la nada. Pero lo que es realmente sangrante es el panorama nacional, con unos líderes que no dan la talla en absoluto, más bien al contrario y especialmente en el caso de los cachorros de la derecha, que están dando un espectáculo que raya en lo bochornoso (además de decepcionante) por sus actitudes impropias de demócratas jóvenes, que con descaro muestran sus ansias de poder manifestados por su empeño en derrocar al presidente Sánchez a quien se le acusa de ser rehén de los catalanes; y eso es simplificar las cosas, que no, no son fáciles en estos momentos de negociaciones. Tanto los líderes de la izquierda como de la derecha están demostrando falta de talla en su forma sinuosa y -en algún caso- poco clara en sus, por otro lado, lícitas aspiraciones. El arte de la política es, en la realidad, una burda manualidad que nos hace aspirar a niveles mayores de capacidad intelectual y de comportamiento ético.

La Perla. «La preocupación nos debe conducir a la acción, no a la depresión» (Karen Horney, psicóloga alemana del siglo XX)

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