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El algoritmo de Garicano

Cuesta empezar la semana, y más cuando hace frío. Por si fuera poco, ayer lunes, de buena mañana, teníamos al economista Luis Garicano en el Foro Alicante diciendo que «aquel que tenga cuarenta o cincuenta años, se considere clase media, viva en Europa y tenga un trabajo que tenga un componente rutinario importante -o que pueda ser descrito por un algoritmo- que guarde bien sus espaldas porque la disrupción digital acecha».

Estupendo día para dejar de fumar, pienso, mientras trato de aguantar el tipo como puedo y un escalofrío intenso recorre mi columna vertebral, porque es que cumplo todos puntos. Soy muy de clase media (mi equipo de fútbol es el Athletic de Bilbao: con eso creo que está todo dicho) y soy muy, muy de rutinas en el trabajo: cuando hay problemas, siempre huyo y me escondo en el «office» a tomar un té verde, siempre a la misma hora; cuando me preguntan mis superiores por algún tema que no llevo bien, respondo invariablemente lo mismo («ese tema está controlado, no hay por qué preocuparse») con cara de serio; y cuando algún subordinado/a -asquerosamente joven, creativo e inteligente- me plantea algo nuevo y diferente que ni remotamente entiendo, para salir del paso, le respondo siempre con cara de sentido interés que hay que «aterrizarlo» primero (en la antigua era solo aterrizaban los aviones: ahora se ha puesto de moda «aterrizar» las ideas, los proyectos, los planes, las intenciones. Todo es «aterrizable», de repente).

Ya podrá, Luis Garicano, ya podrá: formado en Chicago, profesor de la London School of Economics, consultor de Mckinsey, economista capaz de responder a la reina de Inglaterra sobre porqué no se supo prevenir la crisis, avanzado estudioso de la economía digital... Así cualquiera. Garicano pertenece la «crème de la crème» económica española. Su entrada en Ciudadanos otorgó respetabilidad y seriedad económica al partido naranja (amén de alguna cana que otra, en un partido que chuleaba de juventud). Ahora opta a ser cabeza de lista de su partido para las europeas. No necesita ser político, pero quién sabe si mañana será el ministro de Economía que impulse la creación de grandes empresas digitales, que cambie la formación que se da en este país, o quien introduzca por primera vez un complemento salarial a las rentas más bajas. Papeletas va a tener, eso seguro. Y mientras las ejecute sin algoritmo que le ladre, y la rutina no le pueda?

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