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Mery I asume el duro papel de reina

A quienes consideramos que Nadal no gana el Open de Melbourne porque dos semanas en Australia son insoportables para un mallorquín, no puede sorprendernos la boda con su novia de Manacor desde hace catorce años, y amiga antes de oficializar a la relación. En el bien entendido de que millones de personas en todo el mundo desearían compartir la vida del megacampeón, pero es Mery Perelló quien se somete al sacrificio de enlazarse con un ídolo.

El entorno es la parte más peligrosa de Nadal, que tampoco en este punto se distingue de Messi, Neymar y otros. Las excepciones aisladas a esta contaminación deben consignarse con honores, y responden ahora mismo por Carlos Moyá y Mery, donde habrá que reprimir el apellido en cuanto ayer quedó oficializada como novia de España. Los aficionados al tenis la han contemplado durante horas en el palco, entre la incertidumbre y la exultación. El pasado domingo fue la primera en enterarse de que todo estaba perdido ante Djokovic. Su tristeza se revistió de inmediata entereza.

Los rivales de Nadal han aceptado con resignación la humillación de enfrentarse a un tornado, pero sus esposas lo contemplaban desde la grada con un odio asesino. El repertorio de muecas de Mirka Vavrinec de Federer contra el mallorquín no son superadas por Mrs. Danvers en Rebeca. La primera oportunidad en que advertí la desolación de las parejas de los tenistas, fue cuando el mallorquín destronaba y destrozaba inmisericorde a Juan Carlos Ferrero. Su bellísima esposa Eva Alonso tenía que contenerse, con la fiera elegancia de quien bajaría en persona a la pista para resolver el duelo por métodos expeditivos si antirreglamentarios. Casarse con un mito deportivo es un trabajo a tiempo completo, más duro que el trabajo de reina, un desafío insoportable para una persona sin adiestramiento. Los ingleses llaman frívolamente WAGs a las mujeres de sus astros. La discreta Mery I supera en categoría al gremio de la realeza del balón, mucho antes de que este diario le cambiara el nombre de Xisca, por el que era conocida hasta entonces.

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