Con una pareja alemana visité el otro día Granada, adonde por desgracia no había vuelto desde hacía décadas, y entré con ellos en el nuevo centro que lleva el nombre de su poeta más famoso.
Se había inaugurado en ese moderno y pulcro edificio una interesante exposición dedicada a la relación de Federico García Lorca con la ciudad que tanto amaba, con sus paisajes y su gente.
Había allí interesantes documentos fotográficos de su familia y sus amigos, así como de quienes le acompañaron luego en la madrileña Residencia de Estudiantes, además de dibujos originales suyos y algunos retratos que le hizo Manuel Ángeles Ortiz.
Una exposición, en resumen, muy bien presentada con material procedente de los fondos de la Fundación Federico García Lorca, en pleno casco histórico y a sólo pocos metros de la catedral.
Y, sin embargo, cuál no sería mi sorpresa cuando, dispuesto a regalarles a mis amigos alguna biografía de Lorca o algún libro de sus poemas traducidos bien al alemán, bien al inglés, no encontré ni una cosa ni la otra en la pequeña librería del centro dedicado a su memoria.
Pregunté a la muchacha que atendía al público y me explicó que efectivamente sólo tenían allí un par de sus obras teatrales, como Bodas de Sangre, vertidas al inglés, pero ningún poemario ni tampoco la biografía que le dedicó el irlandés Ian Gibson.
Al expresarle mi extrañeza, me dijo que eran una pequeña empresa independiente, la distribuidora no se los había proporcionado, y ellos no tenían dinero para comprarlos por su cuenta y pagarlos por adelantado.
Le comenté que ésa podría ser, sin embargo, tarea de las instituciones culturales andaluzas, tanto regionales como provinciales o municipales, que deberían ser las primeras interesadas en promocionar la obra del autor de "Poemas del Cante Jondo".
Lo ocurrido en Granada me recordó otra ocasión en Cádiz, cuando hace ya unos años, en compañía también de unos amigos extranjeros, traté de encontrar un disco de otra gran figura de la generación del 27, el gaditano Manuel de Falla, para regalárselo.
Me dirigí a unos grandes almacenes, único lugar, según me dijeron, donde podía haber lo que buscaba, y en su sección de música me informaron de que no estaba disponible en ese momento, pero podían encargarlo y sólo tardaría un par de días. Me limité a darles las gracias.
