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Un candidato al que llamar Pepu

Si ha decidido buscar inteligencia en el baloncesto, la política no está perdida. Sin embargo, se ha enfatizado erróneamente la condición de campeón del mundo por naciones de José Vicente Hernández Fernández, para justificar la promoción de su candidatura a la alcaldía madrileña por el PSOE. En realidad, los socialistas no necesitaban tanto a un mundialista como a un aspirante al que llamar Pepu, para contrarrestar el liderazgo absoluto de Manuela Carmena entre la izquierda de la capital. La adhesión de Errejón aventura su consagración como abuela de España.

Pepu no solo luce el nombre ideal para el populismo vergonzante de PP y PSOE. También ha llevado el nombre de España a lo más alto, a partir de una militancia desde la cuna en el club modesto de Madrid. Ergo, un antídoto para Vox, que no podrá reprocharle la intimidad con los independentistas. Las figuras del deporte se paralizan ante los focos de la política, según acaba de demostrar la Ruth Beitia hundida al derribar el primer listón. Sin embargo, el entrenador de baloncesto es el último dictador, por encima de sus colegas futbolísticos. Los socialistas necesitan cambios, y nadie con un margen resolutivo más amplio que un profesional acostumbrado a efectuar decenas de rotaciones en hora y media. Y que conoce el conflicto político, por su atropellada destitución como seleccionador.

En aras de la exactitud que requiere el deporte a diferencia de la política, no es el presidente del Gobierno quien descubre a Hernández, sino viceversa. El entonces entrenador de Estudiantes se asombró por el desempeño de un tal Pedro Sánchez en los equipos cadetes de Magariños, y lo elevó a los juveniles. Destacaba su rapidez por las alas, con la desventaja de un flacucho. El resto es futuro, y conquistar el Madrid asediado por la ultraderecha será un empeño más duro que ganar al mundo entero en Tokio.

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