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A besar churumbeles

Si no hay Presupuestos habrá elecciones este año, ha dicho la ministra María Jesús Montero. Lo ha dicho como lo diría una profesora reprendiendo a unos alumnos que estuvieran a lo suyo, sin atender, ocupados en otras cosas. Y así están los partidos, a lo suyo, sin decidirse a aprobar las cuentas del Estado. Pablo Iglesias haciéndole reverencias a Errejón, que a su vez está ocupado en ver la luz socialdemócrata y caerse del caballo comunista por ver si logra lo que él llama un voto transversal, que otros calificarían de sensato. Rivera odiando a Sánchez al pensar que el que debía estar en la presidencia es él y no el señor del Falcón, que parece que hace viajes abstemios. Con Vox que no cuenten y el PP a lo suyo también, es decir a pedir elecciones y a elegir candidatos monos y muy conservadores. La cosa no está que arde. La cosa está sin presupuestos.

Los nacionalistas podrían apoyar las cuentas si les cae algo. Tú ves a un nacionalista por la calle, le das los buenos días y te pide una transferencia, dos euros y que lo invites a café. Y ojo, que si te niegas eres facha o supremacista o españolete o un encendido enemigo del armónico desarrollo de la España plurinacional, cuando lo único que quieres es que no te roben y que nadie sea más que nadie por vivir en un sitio u otro. Y un café. No hay presupuestos, tal vez haya superdomingo, o sea, un domingo de mayo con más elecciones que ventanas, ventanas municipales, europeas, autonómicas en casi todas las autonomías y además, generales, o sea, el acabose, niño coge bien la papeleta o niño, vota a estos en las europeas pero a estos otros en las generales, un lío, una pechá de mítines, candidatos besando a bebés obesos, alcaldables besando señoronas en mercadillos, más promesas que las que haría un novio rijoso, una campaña densa, grande, larga como ventosidad de obispo tal vez o como nube magna sobre nuestras cabezas. Debates, proclamas, invectivas. De todo menos Presupuestos. O sea, un Gobierno listo de papeles al que no le salen los números. Lo que le sale es resistir. En España, se decía, el que convoca elecciones las gana o gana las elecciones el que las convoca.

El asunto ha cambiado. Sánchez teme/sabe que puede haber una alianza entre las tres fuerzas de la derecha que lo desaloje de la Moncloa tras los comicios. No le salen las cuentas. Tampoco las que hace contando diputados. No llegan. Montero insiste. Y los zangolotinos a lo suyo.

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