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A propósito de la I+D

España desaprovecha los años de bonanza para impulsar la ciencia

Las cifras de gasto en I+D en España en 2017 son de nuevo una decepción. El gasto se situó en el 1,20% del PIB, frente al 1,19% del año anterior, como consecuencia del incremento del 6% en el gasto y del 4,3% de la economía en términos nominales. El objetivo del 2% para 2020 queda totalmente descartado y vemos cómo estos años de crecimiento económico son incapaces de impulsar este gasto tan necesario para el progreso y crecimiento basado en el conocimiento, lo que genera aún más sombras para la etapa de desaceleración que vendrá a medio plazo. Y sin perder de vista el impacto derivado de los fondos europeos como consecuencia del Brexit.

Por un lado, el sector público está sometido a demandas de gasto muy importantes, en temas cruciales como la sanidad, la educación, la dependencia, las pensiones? y nunca ve "hueco" para incrementar considerablemente los recursos destinados a I+D. Por otro lado, el sector empresarial tiene la cuenta de resultados anual demasiado presente, sin apenas poder acomodar en sus partidas de gasto las correspondiente a I+D cuyos efectos son de medio y largo plazo. Y no podemos obviar el escaso tamaño de nuestro tejido empresarial, potente hándicap para afrontar tareas de investigación (y de innovación, de internacionalización, etc.).

Además, importa la estructura productiva del país, con fuerte componente del sector servicios no siempre con alto valor añadido. Y la cultura científica no está demasiado arraigada y reconocida en nuestra sociedad. Distintas encuestas ponen de manifiesto esta conclusión, que también se extiende a otros campos como el emprendimiento o la creatividad, con importantes carencias ya desde la etapa escolar.

A modo de ilustración, en la tabla se recogen algunos datos relativos a los países de la UE-15 (para acotar un poco el análisis) y referidos a 2015 (dado que no existen datos actualizados de todas las variables). Los países están ordenados precisamente por el gasto en I+D como porcentaje del PIB, y las variables se refieren a PIB per capita, tasa de paro, grado de desigualdad, índice de democracia, presión fiscal, gasto público en relación al PIB, índice de desarrollo humano y deuda pública en relación al PIB, por tomar variables relevantes en diferentes ámbitos.

Más allá de posibles relaciones de causa-efecto que puedan existir (complejas y que requieren estudios académicos), el objetivo de esta comparativa es ver dónde nos encontramos en el ámbito europeo. Desafortunadamente, la foto sitúa a España en el puesto 13 en gasto en I+D, y a la cabeza en desigualdad y tasa de desempleo, y en menor medida en deuda pública. Y ocupamos un puesto similar al del gasto en I+D en PIB per capita, presión fiscal o índice de desarrollo humano.

A la luz de estos datos, sencillos pero muy evidentes, parece claro que España requiere, al menos: i) incrementar notablemente los recursos destinados a I+D, tanto públicos como privados, evaluando permanentemente la eficiencia de las medidas; ii) aumentar la conexión entre ciencia y empresa; iii) incorporar el emprendimiento y la creatividad en el sistema educativo; iv) revisar las titulaciones universitarias y de formación profesional para acomodar la demanda del mercado, potenciando especialmente las segundas; v) promover el reconocimiento social de la investigación.

El 2020 se acerca y desde lo público no es suficiente con aprobar planes plurianuales, nacionales y regionales, copiando y pegando mucho de los anteriores, sin incrementos significativos de recursos, y con ejecuciones presupuestarias mejorables y evaluaciones muy parciales; y desde lo privado hace falta una apuesta clara y permanente por las actividades de I+D y de innovación, en contacto con la universidad y los centros de investigación, y en colaboración con otras empresas fomentando la innovación abierta.

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