Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Julen, en serie

Hay que admitirlo, el serial de Julen le ha quedado a las terminales de las cloacas seudoinformativas tan largo como corta fue la vida del infeliz niño de dos años muerto tras caerse a un pozo. Cuando el periodismo se mezcla con el reality show el resultado suele ser deplorable. En el caso que nos ocupa, los ingredientes habituales de la información no bastaban para mantener vivo y en pie el docudrama y se recurrió al rumor y la invención carroñera: a cualquier cosa para mantener la atención de las audiencias. En el drama familiar de Málaga tenemos el ejemplo de la peor praxis. El rescate de un cadáver abrió todos los telediarios, desde el primer al último momento, en que la actualidad facilitó minuto a minuto los centímetros que quedaban para llegar a Julen. El niño cayó desde 71 metros y la posibilidad de sobrevivir no existía. Sin embargo, cualquier desconocedor de esa circunstancia que hubiera aterrizado en la Tierra para seguir la «noticia», vistas las expectativas creadas para alargarla como el chicle, habría tenido razones para pensar que lo que estaba en juego era la vida de un ser humano inocente. ¿Eso es periodismo? Pues no. Simplemente es espectáculo destinado a satisfacer el morbo y la curiosidad más impertinente. Es alargar un hecho dramático que agoniza desde el instante en que se produce y, además, todo el mundo lo sabe por muy bajos que sean los instintos que animen a seguir prestándole atención. Es también una muestra de la indigencia moral e intelectual de una opinión pública que no se puede escudar en la compasión ni en la solidaridad. Sólo se salvan los generosos y esforzados mineros asturianos, los empleados de la sanidad y los guardias que con su esfuerzo y dedicación rescataron, al menos, la dignidad humana hundida en un pozo más profundo que el que se tragó al pobre pequeño.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats