Me vais a permitir -¡prometo no volver a hacerlo!- que arranque esta tribuna con la frase que utilizó el general Franco para comunicar que la guerra civil del 36 había acabado, aunque los «somatenes» siguieron «acuartelados», armados y operativos hasta que, en 1978, con el restablecimiento de la democracia, fueron disueltos.

Sea como sea, la cosa parece estar meridianamente clara, aunque en política 2 y 2 no siempre son 4 o 22, ¡según se dispongan los números!. La semana pasada dije que el candidato «pepero» a la alcaldía oriolana sería Pepe Vegara y, desde ese momento, teniendo en cuenta que esto contradecía el artículo en el que se afirmaba que Madrid apostaba por Emilio Bascuñana, en contra de lo que dijeran las ejecutivas de Orihuela, Alicante y Valencia, mi teléfono no ha parado de sonar. ¡Casi tuve que llamar a los bomberos para que apagasen el humo que echaba mi «selular»! La mayoría de mis interlocutores, algunos de ellos políticos en activo y de diferentes partidos, me preguntaban en qué me basaba para argumentar la posibilidad de que el presidente de la Asociación de Moros y Cristianos fuese el elegido para ser cabeza de cartel en las municipales de mayo. Siempre respondí lo mismo, pero repito que en política no siempre 2 y 2 son 4, por lo que, pese a que mis gargantas profundas suelen estar bien informadas, no sé si poner en cuarentena lo que me aseguraron en su día; ¡va a ser que no!

Dicho esto, y partiendo de la base de que suelo ser bastante cabezón y osado en cuestiones de mi profesión, contacté con un amigo para que, ante testigos y con la intención de no pillarme los dedos, hiciera uso de sus contactos en Madrid, que, a nivel de la cúpula nacional del PP, son muy buenos y fiables. Delante de mí, y de otra gente, mi contacto contactó con uno de los peces gordos «peperos»; uno de los que tiene capacidad de decisión en la sede de Génova. La pregunta que le lanzó fue clara y directa: ¿vais a entrar en la designación del candidato a la alcaldía de Orihuela? La respuesta fue igualmente tajante y contundente: ¡Nosotros no entramos en esas cosas; la designación del candidato de Orihuela es competencia de la regional! ¡Blanco y en botella! La verdad es que me quedé más tranquilo, aunque, en política, 1 y 1 a lo mejor no son 2, sino 11; ¡vaya usted a saber!

Bien es cierto que, como aseguraba mi garganta profunda, «en política no hay mirlos bancos», y, a lo mejor, el principal hándicap que puede tener Pepe Vegara es que, según mi «chivato» no es militante del PP, aunque puede formar parte de la candidatura como «independiente». ¡No sería la primera vez que sucede esto en Orihuela! El PP no puede permitirse el lujo de tropezar otra vez en la misma piedra y errar el tiro, exponiéndose/arriesgándose a perder las elecciones en la Muy Noble. ¡Por si faltaba algo, parece ser que la Fiscalía va a entrar de oficio en el asunto del cobro del sueldo de Emilio sin ir a trabajar! Mi confidente me asegura que la cúpula nacional no está por la labor de que un candidato concurra a unos comicios bajo sospecha. ¡Señor, Señor, aparta de mí este cáliz!

Me cuentan -¡no sé si será verdad!- que Emilio maneja un sondeo en el que, según dicen, se le auguran buenos resultados, aunque no conseguiría la mayoría. Me pregunto, si maneja ese sondeo, ¿por qué no lo hace público para disipar dudas sobre su posible candidatura y sobre todo teniendo en cuenta que parece ser -¡digo parece ser!- que mantuvo una reunión, en Madrid, durante el cónclave «pepero», de la que salió «muy contento», como aireó su fiel escudero y hombre de confianza, Rafa Almagro, durante la celebración de diferentes actos con motivo de San Antón? Y me cuentan que Emilio, tras la investidura de los últimos Caballeros de San Antón, se reunió, durante diez minutos con Pepe Vegara. ¡Mi reino por saber de qué hablaron!, aunque tampoco hay que ser muy listo para saberlo. ¡Cautivo y desarmado!