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No son cosas de niños

Es una de las grandes paradojas de nuestro tiempo: los más pequeños le piden teléfonos móviles a los Reyes Magos y los padres, patinetes. Por supuesto, eléctricos. La evolución social y tecnológica del siglo XXI se historiará en el futuro como aquella época en que los humanos consiguieron, al fin, viajar en el tiempo: los niños de 2019 -escribirán- convivían a diario con la experiencia nada extraordinaria de matar al enemigo como en la Edad Media (a través de videojuegos, eso sí), mientras sus progenitores, muchos de ellos más allá de la cincuentena, acudían en patinete a su puesto de trabajo, que manda huevos.

En esta traslación sociológica propia de Benjamin Button, resulta que quien se pone en peligro a sí mismo, pero sobre todo a los demás, no es el niño o la niña que se levanta a diario pensando en masacrar a cascoporro a los malos del Call of duty o del Assassin's creed. Parece evidente que una amplísima mayoría de adolescentes y púberes tienen claro que se trata de un entretenimiento (en ocasiones adictivo) cuyo parecido con la realidad acaba cuando apagan la Play Station. Me inquieta más el adulto que hace un uso indebido de ese nuevo medio de transporte y que de forma mayoritaria comparte aceras con los peatones.

Videojuegos y patinetes. Los traen los Reyes Magos, aunque, no se engañen, en ninguno de los dos casos se trata de un juguete. De los segundos, hay usuarios civilizados y respetuosos que procuran invadir lo menos posible el poco espacio libre de automóviles que han dejado en las ciudades. Algunos otros no tanto. La diferencia entre los niños del Grand Theft Auto y los del mal uso del patinete radica en que los primeros son conscientes de interactuar en un contexto de ficción. A los otros, los que circulan por espacios peatonales como si se tratara de una pista de eslalon, se la suda el contexto. Parece evidente que tras algunos accidentes mortales hay que regularlo, seguido lo cual, a quienes deben temer desde ahora los usuarios del artilugio (bien lo saben los ciclistas), es a los automovilistas. Algunos parece que todavía continúan en el videojuego que disfrutaban cuando eran niños.

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