Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dos marcianos en el teatro

Pues sí, sí: aterrizaron el sábado por la tarde, cayendo de lleno en mitad del Teatro Principal de Alicante, en una nave espacial escacharrada y estrafalaria, y salieron pitando el domingo por la noche dios sabe dónde. Uno era alto y flaco, y mostraba serios problemas de dicción para que se entendiera su ya de por sí ininteligible discurso. Por el contrario, el otro era bajo y calvo, y tenía signos de una más que evidente hiperactividad parlanchina que hacía imposible que se estuviera callado más de dos segundos. Como marcianos que eran, solos y por separado habrían sido cada vez más vulnerables en esta tierra ignota en la que habían caído. Pero juntos parecían imbatibles, imbatibles y poderosos ante una audiencia que pronto se rindió, descacharró y descuajeringó ante la terrible fortaleza que estos dos elementos de otro planeta demostraron tener para poder decir sin inmutarse una sandez tras otra, durante las casi dos horas que estuvieron delante de nosotros, terráqueos incrédulos.

Y es que hay algo de increíble en que hoy en día alguien te arranque unas risas sin tener que echar mano de la política, o de las noticias de los medios de comunicación, o simplemente de la actualidad. Nada, no echaron mano de nada, estos dos objetos andantes no identificados y sumamente peligrosos: ni un gag sobre los votantes de Vox; ni una medio broma sobre patrias, banderas ni ejército de país alguno; ni una triste mención sobre Pedro Duque, o sobre Risto Mejide o sobre Vargas Llosa, qué se yo. Aún no sabemos cómo, pero creemos que fuimos hipnotizados, arrullados por las idioteces que se les iban ocurriendo, a cuál más gorda: nos hablaron de gacelas diminutas carnívoras que solo ellos conocían, sacaron por arte de magia corredores de bolsa en mitad de la nada, nos contaron cuentos con palabrotas para viejas que iban de viaje en un servicio de autobús discreccional, nos hablaron de tortillas de patatas tostadas pero no quemadas, y nos abrieron los ojos sobre los chuchos, los chuchitos y los perretes. Sí, sí, como lo oyen. También se atrevieron por sorpresa y con absoluta desvergüenza con una versión de Mediterráneo, para la cual no me quedan palabras, por inenarrable: cómo cargarse una canción mítica en veinte segundos, así, sin anestesia ni nada...

Y cuánta fanfarria, boato y despliegue, qué ganas de epatar y de hacerse notar: sobre el escenario del Teatro Principal por más que mirábamos no había nada: no había pantallas digitales, ni telas vaporosas, ni atrezzos de corcho pintarrajeado, ni un gran juego de luces, ni derroche en el vestuario. Sobre el escenario salieron estos dos, Faemino y Cansado -casi cuarenta años les contemplan como pareja cómica- solos, mondos y lirondos, ante los dos escuálidos micrófonos, con una cortina negra de fondo. Para qué más.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats