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Julieta Serrano

El encuentro entre Cayetana Guillén Cuervo y la veterana actriz se resuelve en un santiamén

Doña Julieta Serrano. Casi nada. 61 años de profesión ininterrumpida. 61 años subida a los escenarios, y simultaneando giras con rodajes en cine y televisión. Premio Nacional de Teatro de 2018. Y por fin, un plató capaz de acogerla para abrazarla como merece. No podía ser otro que el de Atención obras. Pero el encuentro nos sabe a poco. A muy poco. El encuentro entre Cayetana Guillén Cuervo y la veterana actriz se resuelve en un santiamén. Quizás ha pasado un cuarto de hora. Insuficiente a todas luces.

Julieta Serrano se muestra comunicativa. Lúcida. Con ganas de hablar y apostillar. Pero ahí está la escaleta. Inapelable. Entre esos breves minutos de conversación se fuerza la emisión de una pieza sobre la artista Pilar Albarracín. Restando más tiempo todavía a la invitada. Teniendo en cuenta que el programa dura 25 minutos y en él deben caber contenidos muy diversos ya pueden imaginar lo tasado que está cada segundo.

Vale que en las privadas personajillos del tres al cuarto llenen horas y horas de programación (en ellas parece que el tiempo no es oro, sino todo lo contrario). Pero estamos en la televisión pública. Estamos en La 2. En el oasis. Y no nos queremos resignar a que Julieta Serrano no merezca más que una entrevista de trámite en la que apenas caben las preguntas obligadas y los lugares comunes.

Julieta, para empezar, merece un Imprescindibles. Y más de una entrevista en profundidad. Produce mucha pena que actores legendarios como Álvaro de Luna, excelente tertuliano, se hayan ido de este mundo sin que nuestra televisión lo haya exprimido lo más mínimo.

Queremos a Julieta Serrano. Nos ilusionó saber de su aparición en Atención obras. Pero nos supo a nada. Por eso damos fe de nuestra frustración.

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