Leí sorprendida hace unos días la polémica suscitada por la subtitulación de la película Roma de Alfonso Cuarón en español peninsular. Una luminaria concluyó que el mexicano necesita traducción para un español. Una verdadera aberración. ¿A quién se le ocurriría la subtitulación en inglés british de las películas de Hollywood en Reino Unido? Tal fue el escándalo que Netflix no tardó en dar marcha atrás y suprimir esos subtítulos que mostraban una falta de respeto al espectador y un total desconocimiento. De hecho una de las cosas que más divierte a los españoles que aterrizan en México es comprobar lo rica que es nuestra lengua.

España y México compartimos idioma pero la inmensa mayoría de términos los utilizamos de manera diferente aunque nos entendamos a la perfección. Obviamente las diferencias van mucho más allá de determinadas palabras o el acento y tiene mucho que ver con la diferencia cultural entre ambos países. Haciéndolo muy breve podríamos decir que en España se usa la lengua de una manera mucho más directa mientras que en México son los reyes del circunloquio y la suavidad del diminutivo.

En prácticamente todas las charlas de «parenting» a las que he asistido en el colegio de mis hijas se les aconseja a las madres mexicanas que utilicen un lenguaje directo con sus hijos para que ellos entiendan mejor lo que se les quiere transmitir. Que se olviden del «mihijita» y del «tantito» y que vayan directas al grano. Eso hace que por lo general a los españoles los mexicanos nos resulten educadísimos con sus «con permiso» y «que tenga un bonito día», y los españoles pasemos por rudos y excesivamente directos.

Al poco de aterrizar en México fui al supermercado con algo de prisa, me dirigí al responsable de uno de los lineales y le pregunté directamente: «Perdone, ¿dónde puedo encontrar el pan bimbo?». Éste alzó la mirada sorprendido y me respondió: «Señora, ¿está usted enfadada?». Supongo que lo que tendría que haber dicho era algo así como «Disculpe joven, ¿sería tan amable de indicarme donde se ubica el pan bimbo?»... y todo bien despacito....

En México, por ejemplo, difícilmente te dirán que «no» a algo, aunque ese algo sea imposible, pero desgraciadamente al no decirte que «no» a veces te ves sumida en una espiral de espera eterna desesperante. En realidad, lo importante es conocer cómo funciona el país para saber desenvolverse.

Hace unos meses mi marido y yo estuvimos charlando con un responsable de seguridad del ayuntamiento y cuando hablaba de sí mismo hablaba en tercera persona y se autodenominaba «un servidor de ustedes». Las frases quedaban de esta manera: «Un servidor de ustedes tuvo un accidente de carro». Y así durante toda la conversación que no fue breve. Me pareció un español precioso que me transportaba a otro siglo.

Una de las grandes diversiones de mis hijas durante nuestras recientes vacaciones en España ha sido enseñarles emocionadas a sus primos cómo se dicen las cosas aquí en México, voy a permitirme relevarlas en la tarea.

Las diferencias más llamativas son las relacionadas con el tiempo. La concepción del tiempo en México es formidablemente laxa y cuanto más al sur te vayas peor. Eso también pasa un poco en España pero creo que nos quedamos en meros aprendices en comparación. Me divirtió mucho descubrir cómo para los mexicanos decir «luego, luego» (dos veces luego) significa «inmediatamente» mientras que el «ahorita» te lleva a un espacio temporal absolutamente indefinido. O sea que si un mexicano te dice «ahorita llego» y no quieres que tarde cuatro horas, mejor respóndele «no, ahorita no, luego, luego».

Las palabras mexicanas que más se conocen en España son las típicas que hemos oído en las películas como «güey (tío), ¿qué onda?, pendejo, está padre, carro, chistoso, camión o platicar». Y no pasará un día en México sin que las hayas oído varias veces. Pero también encontramos otras de uso común que yo por lo menos no tenía en el radar:

- alberca: piscina.

- resbaladero: tobogán.

- piso: suelo.

- chido: guay.

- dar ride: que te lleven en coche.

- checar: revisar.

- cachar: atrapar.

- mesero: camarero.

- banqueta: acera.

- regadera: ducha.

- tina: bañera.

- pasto o zacate: césped.

- chupón: chupete.

- popote: pajita.

- botana: algo de picar.

- cajuela: maletero.

- jalar: agarrar.

- aventar: tirar.

- totopo: pan de maíz tostado tipo «nachos».

- compadre/comadre: padrino o madrina de tus hijos, o alguien muy amigo.

- cuero/a: guapo/a.

- cuate: hermano gemelo

- salón: clase de la escuela.

- aretes: pendientes.

- lentes: gafas.

- calentura: fiebre.

En algunos casos se usa el término del español antiguo, en otros la influencia del inglés es clave pero es curioso como alguna palabra, véase «tiza», se escapa a toda lógica. En México se usa el término latino y se denomina «gis» mientras que es España se usa el vocablo derivado del náhuatl, es decir, «tiza». Vamos que nos hemos intercambiado las palabras.

Me explicaron también que el uso del término «banqueta» para denominar «la acera» se debía a que era en «la acera» donde usualmente se sentaba la gente, de ahí que tomara un nombre derivado de «banco». En San Cristóbal de las Casas, por ejemplo, las banquetas son altísimas por lo que sin duda hacen una labor estupenda para sentarse cómodamente

El otro día fui a clase de yoga y le dije a la profesora que tenía muchísimas «agujetas». Ella puso los ojos como platos con cara de no entender y es que yo no sabía que las agujetas son los cordones o cintas de los zapatos y no el dolor muscular por hacer ejercicio.

Recién llegados dejé a mi hija con mi amiga Lynda porque celebraban Halloween en su fraccionamiento (urbanización). Tenía que ponerse el disfraz y Lynda le dijo que se dejara los calzones. Martina con todo su desparpajo le contestó «yo no llevo calzones porque soy niña y las niñas llevamos braguitas».

El material escolar déjalo correr aparte. Cuando llega la lista del colegio directamente le pido al dependiente que me haga de traductor porque las plumas, los plumones, el lapicero o el borrador mexicano no son lo mismo que en España.

Pero lo que sin duda más me gusta de México son sus expresiones, y cuando se las oímos a mis hijas, mi marido y yo nos partimos de risa:

- mis pendientes del día: las cosas que tengo pendiente el día de hoy.

- me da pena: me da vergüenza.

- echar porras: animar.

- tantito: un poco. «Póngame tantito, por favor».

- a la chingada: a la mierda (muy vulgar).

- enchilarse: que te pique demasiado el chile.

- bronca: problema, «esa es su bronca, no la mía».

- la neta: la verdad, «la neta no sé quién lo hizo».

- un chingo o un chorro: un montón.

- no manches: no fastidies.

- pinche: es un adjetivo negativo como maldito «Estoy harto de este pinche trabajo». En algunas conversaciones se usa en todas las frases combinado con güey.

- fregar: fastidiar en «no me friegues» o irse al carajo en «irse a la fregada».

- a poco: puede significar «cerca» en «estamos a poco de llegar», o «¿de verdad?» en «¿A poco no van a ir de vacaciones?».

- haz de cuenta: pronunciado comúnmente como «ate cuenta», me llevó varios meses descifrarlo porque nadie sabía decirme exactamente cómo escribirlo y yo lo confundía con «darse cuenta». Pero el otro día leyendo a Vargas Llosa en Conversación en la catedral se desveló el misterio. Viene a significar un «imagínate»: «Haz de cuenta que soy un pájaro».

Y así podríamos llegar al infinito. Así que, por favor, Sr. Netfilx no vuelva a hacer la pendejada y déjenos gozar en paz de la riqueza de nuestra lengua.