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«Clicks» catalanes

Los nacionalismos es lo que tienen, que han sido elegidos por la divinidad para que sus pueblos sean monolíticamente iguales en creencias, idioma, motivaciones y gustos

Me habrán oído lamentar que la estulticia humana es abundante como las arenas del desierto y si hay algún modelo canónico de la misma es sin duda el nacionalismo. Ojo, el nacionalismo catalán, pero también el español, lo que pasa es que a los de allá se les nota más por haberse tomado la pastilla de la desinhibición y no pretender ser políticamente correctos, creerse angelicales criaturas o directamente ser tontos del culo: «tontos del tó, no pa un rato».

A las joyitas del separatismo se les ha ocurrido la brillante idea de que los «cliks» de Playmobil hablen catalán, y no en la intimidad como Ansar, sino en prospectos y cajas. Lo peor de la cosa es que leí a algún dirigente de esos chiringuitos catalanes que estando la empresa radicada en Onil, perteneciente por tanto a los «països catalans» y donde su idioma debería ser obligatorio (se supone que hegemónico), tendría que ser forzada por ley y/o pagar una multa millonaria. Y seguramente hasta se lo creen; bueno también se creen que Teresa de Ávila, Colón y Cervantes eran más catalanes que el pan con tomate.

Hace un porrón de años la Asociación Española de Fabricantes de juguetes tuvo a bien concederme el premio nacional «Pajarita del Juguete» por un artículo titulado «¿Juguetes Asesinos?», en el que escribía de cómo había padres que ponían en manos inocentes juguetes inadecuados que venían de Asia sin ningún control. Justamente utilizaba el símil de los «cliks» de Famobil (entonces Famosa los fabricaba con licencia de Playmobil) que tanto gustaban a mi hijo Rodrigo. Los «cliks» eran un modelo generalizado del resto de empresas alicantinas que fabricaban sus productos de la mejor forma posible, con todas las etiquetas de seguridad de la Unión Europea y que jamás iban a hacer un corte en las manitas de mis criaturas por una rebaba de plástico asesina. Sin duda eran un poco más caros, pero ¿desde cuándo se puede poner precio a la seguridad de los niños?

Ahora los cliks están en peligro no por ser peligrosos, sino por no hablar catalán en Cataluña, que es un delito abominable si se pretende, como se pretende, que el español castellano sea una reliquia únicamente utilizada por los charnegos y a ser posible con vergüenza y nocturnidad para no significarse con la raza elegida. Los nacionalismos es lo que tienen, que han sido elegidos por la divinidad para que sus pueblos sean monolíticamente iguales en creencias, idioma, motivaciones y gustos. ¿Cómo pueden justificar irse de un país si son iguales al resto de los nacionales de ese país odiado? Por eso se utiliza la lengua como vehículo diferenciador, dado que en cuanto a color y fenotipos no pueden ser más parecidos al resto de los españolitos. Por cierto, no sé si habrán mirado lo del Rh, que es algo que dio cierto juego a los nacionalistas vascos en su afán diferenciador. Seguro que algo tienen las montañas de Montserrat y el río Ter como para que los naturales de allí no sean exactamente iguales a los espantosamente dotados por la naturaleza al sur de sus fronteras.

Con tantas chorradas supremacistas lo único que van a conseguir los separatistas es que no haya una sola empresa ubicada en su tierra si quiere vender algo en el resto del Mundo y que los productos que les vendan sean lo más tirado del orbe. Tendrán que escoger en los libritos de instrucciones idiomas ininteligibles o en catalán macarrónico traducido automáticamente por Google si quieren que las tiendas no parezcan desiertos como los de antes en Cuba u hoy en Venezuela. Todo antes que parezca que entienden español, no vaya a ser.

No están tan lejos de parecerse los xenófobos catalanes a los xenófobos de las Baleares y como nos descuidemos hasta aquí mismo corremos riesgos los que desgraciadamente no dominamos de igual manera ambas lenguas cooficiales. Da hasta grima pensar que una polémica franquista superada -¡Habla la lengua del Imperio!- sea sustituida por lo contrario, pero así son las vueltas y revueltas de la historia, que lo que son en origen memeces se convierten con el tiempo en armas de destrucción masiva.

P.S. No quiero que se me confunda: soy partidario de que los malos paguen sus delitos con penas proporcionales a sus culpas y que devuelvan hasta el último céntimo que nos han robado o hasta que no tengan más remedio que pedir a la puerta de una iglesia, pero después de que se juzgue y se demuestre su culpabilidad. El resto es venganza, que resulta muy sabrosa para las multitudes armadas de antorchas que tratan de linchar al monstruo, pero no tiene nada que ver con la justicia.

Lo de Eduardo Zaplana clama ya al cielo y bien sabe dios que, aunque le recuerdo con cierto cariño, jamás me fíe de él. Pero ni de él ni casi de ninguno de su «colla». De ahí a desearle una muerte anunciada va un abismo y menos cuando la prisión preventiva simplemente enmascara la lentitud de caracol de la administración de justicia. Va siendo hora de que o le juzguen y le condenen o le permitan abandonar la cárcel para curarse su enfermedad. Es sentido común e higiene humanitaria, en mi modestísima opinión ni mediatizada ni corporativista.

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