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Sexo Las mujeres en la investigación científica

¿Tiene importancia el sexo a la hora de hacer carrera en el mundo de la ciencia? Por supuesto que sí; basta con examinar cualquier estadística respecto de la cantidad de mujeres y hombres que ocupan cargos directivos en institutos o grupos de investigación. No se trata de que la ciencia sea en especial sexista; eso mismo sucede en otras disciplinas más cercanas a las humanidades, e incluso en la medicina, donde las mujeres cuentan en la totalidad de los países avanzados con mayoría entre quienes se dedican a las prácticas clínicas. Pero el caso es en especial sangrante cuando estamos hablando de las publicaciones científicas, que siguen el procedimiento de evaluación entre pares -los llamados 'referees' en el mundo anglosajón, que es el que se impone de largo en este terreno-; un sistema basado, en muchos casos, en la revisión anónima. Si las mujeres son mayoría y los artículos se evalúan sin saber quiénes son sus autores, ¿cómo es posible que el sexo femenino esté en clara desventaja al analizar a qué género pertenece el primer firmante? La respuesta es obvia: son muchos más los trabajos que se mandan para revisión teniendo como primer firmante un hombre.

Un hecho que refleja que los resultados de la investigación cuentan con un sesgo en el que no interviene sólo la calidad de las aportaciones que hace cada miembro del grupo. Un trabajo estadístico realizado por Jeremy Berg, editor jefe -y hombre, digamos de paso- de la revista "Science" con una muestra de cerca de 5.000 autores pone de manifiesto que, tomando en cuenta el sexo del primer firmante de los artículos publicados, la diferencia fue clara a favor de los hombres entre 2010 y principios de 2015. La buena noticia que contiene el trabajo de Berg es la del equilibrio entre los dos sexos a mitades de 2015 y la inversión, con un número superior de mujeres que son primeras firmantes, a partir de 2016.

Es decir, lo que cabe esperar si se considera el sexo de quienes de dedican a la ciencia. Resulta difícil decir qué sucedió en 2015 para que se produjese el cambio; lo más probable es que se comenzase entonces a hacer más justicia con la calidad del trabajo, al margen de cuál es el sexo de quien lo lleva a cabo. Pero no lancemos las campanas al vuelo. Por mucho que el artículo 14 de la Constitución española proclame el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo, el principal organismo de investigación científica, el CSIC, reconoce en su página web que el 75% de los investigadores principales en sus proyectos pertenece al sexo masculino. Por no hablar de la escandalosa diferencia respecto de quienes dirigen los institutos del propio CSIC. Una situación que ha llevado a crear la Comisión de Mujeres y Ciencia, cuyo objetivo es averiguar los porqués del sesgo y contribuir a remediarlos. Esperemos que, en un quinquenio más, esta cuartilla que está usted leyendo huela a historia superada.

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