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Ladridos y barricadas

Los que promueven el "cordón sanitario" con Vox le hacen la campaña

En la partitocracia, Vox ha querido distinguirse ladrando. Lo mismo que Podemos hizo en su día aunque con una resignación mayor de la opinión pública frente a sus ladridos. Aún es pronto para saber si el dicho de "perro ladrador, poco mordedor" se puede atribuir al partido de moda que encarna la ultraderecha en España. Pero no es mala señal que sus dirigentes y también sus potenciales votantes se rebelen contra la estigmatización fascista. Mucho peor sería que se lo tomasen con absoluta normalidad. El ladrido que más alarma de Vox es el que denuncia "la ideología de género".

No parece que vaya a prosperar en ningún sentido, sin embargo se han levantado contra él las barricadas de la ira, convirtiéndose en una de las excusas para rodear un parlamento al estilo peronista con autobuses fletados por el propio PSOE que protagonizó en Andalucía durante décadas la mayor exhibición de política parasitaria de la Europa occidental. Entre unos, que no saben perder, y otros que no han aprendido todavía a ganar le están haciendo al partido de Abascal la campaña y hasta el futuro. Mientras tanto, Vox mantiene que es una fuerza y democrática y constitucionalista y que lo va a demostrar durante la legislatura.

Su extremismo está en el sentido común, dicen. El llamado "cordón sanitario" no hará otra cosa que inyectarles vitaminas para seguir proponiendo soluciones simples a problemas complejos, pero que a una parte cada vez mayor del electorado no les está costando asimilar. Si, además, el "cordón" lo promueven los que se entienden con los golpistas catalanes y los proetarras vascos, la voluntad de aislar el peligro resulta increíble.

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