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Manolo Alarcón

Amnesia

Mireia Mollà, la portavoz del grupo municipal de Compromís, se ha apuntado un muy buen tanto con el caso Blanca González y no solo porque haya forzado la dimisión de la asesora de Fiestas, concejalía en manos del socialista Pepe Pérez, sino por el ejemplo que ha dado a sus compañeros de gobierno, que pregonan este mandato mucha decencia y ética, pero que a veces pasan por periodos de amnesia. Y esto no lo digo yo, se lo dijo la propia concejala el lunes cuando compareció en rueda de Prensa para exigir el cese.

Uno pensaba que el titular que publicó este diario el 5 de enero destapando este tema: Blanca González ficha para una empresa que trabaja para el Consell y sigue de asesora a media jornada, iba a tener una reacción inmediata, pero no, y eso, creo, fue un error. Y lo es porque una cosa es que hagas algo, otra que se sepa y una tercera que no hagas nada para remediarlo cuando se ha sabido. Y en esas estábamos, en esa incapacidad de reaccionar o, quizá, en un «dejemos que escampe, que esto ya ha y la oposición apenas ha levantado polvo...», cuando salió la jefa de Compromís a ponerles como hoja de perejil el pasado lunes, 48 horas después de que en una tumultuosa reunión del tripartito la ninguneara su socio por ir pidiendo dimisiones.

De aquel titular del periódico lo que debió haber sonrojado al equipo de gobierno no era que fuese contratada por una empresa que trabaja para el Consell porque, por suerte o por desgracia, esto pasa, más o menos, pero pasa. Lo que era para mirárselo y haber tenido una respuesta rápida (leer el titular, reflexionar y decidir qué hacer) era que continuara trabajando a media jornada con lo cual, una de dos: la ya exasesora daba muestras de una enorme capacidad de organización, porque en un día trabajaba jornada y media, o es que en el Ayuntamiento y en horario de tardes... bueno, pues ya se imaginan.

Algunos concejales aseguran que Blanca González era muy buena en su trabajo (años de experiencia no le han faltado) y que prescindir de ella, a días vista de las fiestas de Navidad (porque fue fichada a comienzos de diciembre por la empresa que trabaja para el Distrito Digital y pasó entonces a media jornada en el Ayuntamiento), no iba a ser una buena decisión porque no era una pieza fácil de sustituir a estas alturas de los preparativos. Y esto, como justificación, tiene un pase, pero, como todos sabrán, la Navidad acabó el 6 de enero y si ha seguido trabajando y cobrando ya no sabemos para qué. Y, en este caso, sin la intervención de Mireia Mollà, me temo, Blanca González seguiría pluriempleada. Con todo ello, Compromís ha terminado por airear los trapos sucios de su socio y sacarle los colores, lo que a estas alturas del mandato, en el que ya todos se conocen de sobra, tampoco está mal, como el que al final haya sido la propia Blanca la que haya dimitido para cortar la hemorragia.

Y sí, para estas cosas sí son buenos los bipartitos, tripartitos o cuatripartitos: para forzar dimisiones cuando te entra algo de amnesia, pero esto que te pase a cuatro meses y medio de las elecciones y que nadie de tu partido ni de tu grupo municipal mueva un dedo para advertirte de que te estás equivocando, es grave... o es miedo.

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