Desconozco qué tipo de encuestas manejará el alcalde de Alicante, Luis Barcala, sobre la intención de voto hacia su partido, el PP, en las próximas elecciones municipales y autonómicas, ya a la vuelta de la esquina. Serán buenas, regulares, malas o pésimas, pero lo que está claro es que el primer edil ha arrancado con una virulencia verbal excesiva, rayando, incluso, el mal gusto, su particular carrera hacia la Alcaldía, sobre todo cuando opina sobre la realidad de la red del TRAM.
Lo hizo a finales de diciembre cuando en plena presentación del túnel de la Serra Grossa -la infraestructura que dejó colgada el PP asfixiado por la crisis económica- cargó contra el presidente Ximo Puig responsabilizando al Consell de no invertir en Alicante. Cierto, nadie duda de que todo esfuerzo es poco, pero Barcala estuvo sobreactuado, desacertado y excesivamente insolente a la hora de hacer política en el día más inconveniente, porque si algo hay que destacar, positivamente, del Consell en materia de infraestructuras en estos cuatro años ha sido el haber terminado el túnel.
El mismo Consell al que se le debe exigir el máximo esfuerzo inversor en Alicante, pero también el mismo gobierno que sigue hipotecado, precisamente, en sus presupuestos al tener que asignar, año tras año, fondos para pagar, por ejemplo, la deuda de la avenida de Dénia, una obra que dejó sin pagar el gobierno autonómico que presidía el PP. El alcalde no ha parado de acusar al Consell desde aquella presentación del Túnel de la Serra Grossa y el sábado, preso quizá por la excitación del momento (ratificación como candidato del PP a la Alcaldía), volvió a sacar los pies del tiesto al proclamar que Isabel Bonig, la misma que paró las obras del túnel de la Serra Grossa y bloqueó dos años la puesta en marcha de la Línea 2 del Tranvía, es la persona a la que todos los alicantinos debemos agradecer el túnel. ¿Sarcasmo? Y todavía no estamos ni en precampaña.
Habría que recordar a Barcala, en este sentido, que Alicante lleva años esperando una solución al auditorio de la estación del Mercado que también dejó colgado el PP y que, por cierto, el Consell tampoco ha recuperado.
