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Un final con beso

Jubilados que acuden a comedores sociales en Alicante porque sus pensiones magras de 400 euros no les dan para una comida diaria. Es de suponer que muchas de estas personas se deslomaron durante cuarenta años en trabajos duros, en obras, bares o escaleras por limpiar, que ahora solo les han servido para asomarse al abismo de una nevera vacía; o que durante toda una vida dependieron de un cónyuge ya fallecido que por ahorro sólo pudo dejarles el sabor espeso de su propia ausencia; o fueron poderosos dueños de despachos y oropeles que cayeron al vacío desde lo más alto porque esta vida encierra mil desastres en cualquier destino; o fueron forasteros que llegaron aquí en búsqueda de una tierra prometida que incumplió sus promesas. Cada historia es dueña de un drama. Y también de alegrías perdidas: es probable que durante años muchos de ellos no comieran solos como ahora, que disfrutaran de ágapes y celebraciones con familiares y amigos en cuartos de estar o casas de campo jaleados de risas y brindis que desaparecieron por los múltiples azares del desamor, las amistades desechas o las muertes antiguas. Nadie merece envejecer así. Serrat imaginó otra cosa: «Si el carné de jubilado abriese todas las puertas, si se viviese entre amigos, quizás llegar a viejo sería todo un progreso, un buen remate, un final con beso». Lo más terrible de todo este asunto, según contaba ayer Carolina Pascual en estas páginas, es que los comedores sociales cierran en fin de semana y que entonces los jubilados deben buscarse la vida ya sin ayuda. El fin de semana, el sagrado instante del descanso en el que poder jugar al juego que mejor juegas y más te gusta, se convierte así en el peor momento del mes: el del hambre. Sabina: «Amargo como el domingo del jubilado». Esas voces que ahora tejen el enésimo discurso neoliberal de este siglo cruel en cámaras autonómicas presentes y futuros congresos nacionales deberían revisar todos estos anhelos. Uno a uno. A lo mejor por ellos mismos. Deberían recordar que todos (todos) llevamos un viejo dentro a la búsqueda de nuestro propio final con beso.

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