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Macarenos

Estoy sorprendido, lo que no suele ser habitual. Los que tenemos el colmillo retorcido y algunos tiros pegados no solemos quedarnos ojipláticos con frecuencia, pero en esta ocasión el fenómeno de Vox me está desbordando y no tanto por lo que significa que la ultraderecha cabalgue de nuevo sino por la cantidad de nostálgicos que han salido de debajo de las piedras. Es una obviedad que las derechas, incluso las extremas, proliferan como amebas en el caldo de cultivo de las izquierdas radicales. Cuanto mayor es el radicalismo que proponen desde un extremo más se lateraliza en defensa de lo contrario el individuo del otro extremo, por eso el fascismo nace como reacción al comunismo y a la inversa.

No es eso lo sorprendente, ni siquiera que esta última reacción de la ultraderecha sea, a brochazos gordos, consecuencia de una acción de los independentistas (lo que tiene gracia, teniendo en cuenta que el nacionalismo es una ideología profundamente conservadora de derechas), lo raro es cómo gentes a las que estimaba en las partes templadas del liberalismo anden decantadas hacia posturas ultramontanas clamando casi por la vuelta de la Inquisición.

Vale: se puede ser de derechas, de Trump e incluso del «Tea Party», lo que no entiendo ya muy bien es ese afán por tratar de resucitar un pasado que creía sepultado bajo siete sarcófagos. A lo mejor remover a Franco es lo que tiene, que los virus de la Dictadura se propagan como esporas y hacen crecer como setas a los añorantes del Caudillo. Por eso era mejor dejarlo por los siglos en Cuelgamuros y que el polvo de la historia acabara con los peores recuerdos (o los mejores, que para todo hay público). Nadie en sus cabales se plantea sacar de El Escorial a Fernando VII o moler a mazazos la momia de Ramsés II y no creo que sus contemporáneos hablasen maravillas de sus pompas y sus obras.

No soy nada partidario de matar gratuitamente animales, pero hay documentales bien chulos que ayudan a conocer la fauna, especialmente cuando los cazadores recechan a las presas, porque no hay nada tan contundente como la posibilidad de que te metan en la cazuela para que saques lo mejor de tus instintos. Hay una especie cinegética de caza mayor que es más lista que el hambre: el jabalí o gorrino. Cuando los ejemplares son viejos y tienen señales de mil batallas en sus luchas contra otros jabalíes, con los perros de alguna reala o incluso llevan en sus carnes el plomo de algún tiro mal dado se les denomina «Macarenos», no me pregunten porqué. Los «Macarenos» son los tipos más recelosos del monte, tanto que llevan a un jabalí «escudero» en sus correrías nocturnas para que salga primero al claro, detecte el peligro y, a cambio del riesgo, el joven aprenda las mañas del mayor.

Me da a mí que hay un tipo de ciudadano que está ya tan escamado de los políticos al uso que como buen macareno anda atizando con el morro a los escuderos para ver si reciben los plomazos en su nombre o si el comedero es seguro. Remover mucho la maleza para que los cazadores se delaten. No es seguro ni mucho menos que vayan a dejarse ver en posiciones franquistas, pero amagan con que sí para ver dónde da la vuelta el aire. Mientras tanto hay barbaridades mezcladas con noticias falsas y amañadas que da grima verlas en las redes sociales o a lo mejor sólo en las que estoy, que pudiera ser que esté rodeado y únicamente ahora me haya dado cuenta.

Es para hacérmelo mirar, pero de cada diez mensajes nuevos que me llegan, siete van o contra los emigrantes que son violadores, ladrones y asesinos por ese orden o contra las mujeres, en este caso acusadas de «feminazis» y presentadoras de denuncias falsas de acoso sexual o de maltrato marital. Pienso yo que denunciarán falsamente a los violadores que no son emigrantes porque los que lo son entrarán directamente en la primera categoría. Ah, y del efecto llamada, que yo desconocía que en esta tierra atamos los perros con longanizas, damos paga al primero que se presenta (siempre y cuando tenga la piel oscurita o profese creencias musulmanas) y dejamos morir a los recios ancianos y ancianas patrios porque nos hemos gastado el dinero en los susodichos.

Es posible que todo sea una argucia de los macarenos para que el bosque esté más despejado y la comida sea más abundante, pero hay que tener cuidado con los experimentos y no hacerlos en casa. Un año me trajeron los Reyes un juego de esos de química, el Cheminova, y no sé qué mezclé en un tubo de ensayo, pero empezaron a brotar chispas como un volcán que arruinaron el tapete de la mesa camilla de mi madre. En una sociedad compleja los tapetes son fáciles de quemar, pero imposibles de sustituir, así que cuidado con hacer el juego a los gorrinos, que se las saben todas.

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